Iniciada su construcción hace algo menos de 5.000 años, los megalitos más exteriores, las llamadas piedras sarsen, proceden de una cantera cercana, unos 25 kilómetros al norte.
El círculo interior, el de las piedras azules, procede de mucho más lejos, de las montañas Preseli (Gales), a unos 250 km. Con muchas limitaciones tecnológicas, la distancia es enorme.
En el centro del monumento, en algún momento de su erección, sus creadores colocaron una enorme roca azulada a modo de altar.
Durante años se ha discutido sobre su procedencia. Ahora, combinando sofisticadas técnicas científicas y de minería, han podido datarla y, más aún, señalar su origen: en la cuenca de las Orcadas, en el extremo norte de la actual Escocia.
¿Ahora, cómo y por qué fueron a buscar una enorme piedra hasta allí? ¿Cómo y por qué la transportaron hasta el sur de lo que hoy es Inglaterra? Son preguntas que quizás nunca tengan respuestas. Por eso Stonehenge sigue siendo un misterio.
La piedra del altar que se encuentra en el centro del monumento y es una piedra azul, diferente de las otras. Tiene aproximadamente el doble del tamaño de las piedras azules ígneas más pequeñas, pesa seis toneladas, y tiene cinco metros de largo, las otras tienen unas tres toneladas como máximo.
Estudios acaban de revelar que la piedra es una arenisca, lo que significa que está formada por muchos granos microscópicos diminutos de minerales. Aquellos granos microscópicos, su presencia, distribución, edad, ofrecen a una determinada piedra una especie de huella propia que informa sobre su origen.
Se descubrió que el lugar donde existen rocas como las del altar es la cuenca de las Orcadas, en el extremo norte de Escocia. Ahora se debería localizar la cantera exacta, algo que van a intentar, aunque no sea fácil después de casi 5.000 años.
La gran historia de las piedras es más fácil de reconstruir que la de su transporte o la de las motivaciones que llevaron a los neolíticos británicos a moverla de un extremo de la isla al otro, con más de 700 kilómetros si es que lo hicieron en línea recta.
En cuanto a lo primero, llevar una piedra de este peso y tamaño por medio de algún transporte de carga parece poco creíble. Para entonces, los habitantes de la isla aún no contaban con caballos de monta. Las piedras sarsen y azules del resto del complejo pudieron ser trasladadas usando troncos, las primeras, y quizá costeando, las de origen galés. La posibilidad de que la del altar bajara desde Escocia aprovechando las grandes extensiones de hielo que quedaban de la última glaciación la han descartado. Pudo funcionar en el norte, pero para entonces, los glaciares de Inglaterra casi habían desaparecido. Por eliminación, solo les queda la vía marítima.
La pregunta que queda flotando ahora es: ¿Qué lleva a arrancar una mole de piedra del norte para transportarla hasta el sur?
Fotografías: Archivo web.