San Martín un libertador de América que es un ejemplo a seguir

El Capitan General José de San Martín nació en Yapeyú, bajo el Virreinato del Río de la Plata, el 25 de febrero de 1778, y falleció en Boulogne-sur-Mer, en Francia, el 17 de agosto de 1850.

José Francisco de San Martín y Matorras, fue un militar y político revolucionario para la independencia de Argentina, Chile y Perú.

Es reconocido como uno de loas más grandes próceres de argentina, uno de los libertadores de América, por su contribución a la autodeterminación de una gran parte de la América bajo dominio español.

Hay muchos datos que lo destacan

Es el militar de más alto rango del Ejército Argentino. Nadie llegó a ser Capitán General.

Hablaba varios idiomas y además de ser muy culto y amante de la lectura, también tocaba la guitarra, era aficionado a la jardinería y a la construcción de muebles.

Estuvo incorporado al ejército español con solo 13 años como voluntario se implicó en riesgosas misiones en el Norte de África, que incluían la colocación de explosivos.

Con tan solo 15 años fue ascendido a oficial.

Siempre se lo relacionó con la Masonería, porque cuando llegó a Buenos Aires, fundó una sociedad revolucionaria secreta, la Logia Lautaro, que luchaba por la Independencia.

En casa de la familia Escalada, conoció a Remedios. Estuvieron de novios unos pocos días y se casaron el 12 de noviembre de 1812. José tenía 34 años y Remedios 15.

Antes de cruzar los Andes, San Martín se reunió con caciques pehuenches al pie de la cordillera y les solicitó permiso para pasar por estos territorios porque creía que ellos eran los dueños de este país.

El Ejército de los Andes estaba compuesto por 5200 hombres. Llevaban 10.000 mulas, 1600 caballos, 600 vacas, 900 tiros de fusil y carabina; 2000 balas de cañón, 2000 de metralla y 600 granadas.

Una anécdota de vino

En una ocasión San Martín colocó vino mendocino en una botella de vino de Málaga. Luego les dijo a sus invitados: “Vamos a ver si están ustedes conformes conmigo sobre la supremacía de mi mendocino”. Sirvió primero el de Málaga con el rótulo “Mendoza”. Los convidados dijeron que era un rico vino, pero le faltaba fragancia. Enseguida, se llenaron nuevas copas con el del letrero “Málaga”, pero era de Mendoza y dijeron “hay una inmensa diferencia, esto es exquisito”. El general soltó la risa y les lanzó: “Caballeros, ustedes de vinos no entienden un diablo, y se dejan alucinar por rótulos extranjeros”. Luego les contó la trampa que había hecho.

San Martín viajó a Chile cuando Merceditas tenía cinco meses y pasó mucho tiempo lejos de ella. Su hija volvió a verlo cuando murió Remedios. Tenía siete años y recién entonces comenzó a conocer de verdad a su padre.

San Martín padecía problemas pulmonares, producto de una herida en una batalla, reuma y úlcera estomacal. A pesar de sus “achaques” siempre estaba dispuesto para la lucha.

Como gobernador de Cuyo mejoró el sistema sanitario, educativo, carcelario y prohibió los castigos corporales a los niños.

San Martín y su hija partieron hacia Europa. En 1825 redactó las famosas máximas, una serie de recomendaciones para su educación en caso de que él no estuviera a su lado. Allí le aconseja el amor a la verdad, la tolerancia religiosa y la dulzura con los pobres.

En noviembre de 1828 San Martín se embarcó rumbo a Buenos Aires, pero no llegó a pisar suelo argentino. En febrero de 1829 frente a las costas porteñas se enteró de la Revolución de Lavalle contra Dorrego y se negó a desembarcar. Permaneció tres meses en Montevideo donde le ofrecieron desde la jefatura del ejército hasta hacerse cargo del gobierno, pero rechazó todos los ofrecimientos.

En 1832 San Martín y Mercedes fueron afectados por la epidemia de cólera en Francia. Los trató un médico argentino, Mariano Balcarce, que prestó mucha atención a Mercedes. Se enamoraron y se casaron en 1832 en París.

San Martín también estimuló el teatro en Lima, al que consideraba una excelente actividad cultural. Le gustaba mucho jugar al ajedrez y era muy difícil ganarle.

Desde su llegada a Europa, San Martín viajaba a menudo por Europa en busca de lugares propicios para su delicada salud o por placer. Estuvo en las termas de Aix la Chapelle y de Enghien, en Amberes, Lille, Marsella, Tolón, Londres, Escocia, Génova, Roma, Nápoles, Florencia y la Haya. Pasaba los veranos en las costas de Normandía, especialmente en Dieppe.

Gracias a su amistad con Alejandro Aguado, empresario de la Ópera de París, tuvo trato frecuente con personajes como Victor Hugo, Lamartine, Delacroix, Balzac y Rossini.

En 1850 San Martín estaba muy enfermo. Sufría asma, reuma, úlceras y estaba casi ciego. Su estado de salud se fue agravando hasta que falleció el 17 de agosto. En su testamento pedía que su sable fuera entregado a Rosas y que su corazón descansara en Buenos Aires. Esta última voluntad recién se cumplió en 1880.