*Por Eduin Alexander Rincón Galarza –
Estamos en tiempo de Navidad, de contemplar la vida del Niño Jesús en la infinidad de rostros y experiencias en quienes él se nos revela hoy. Aquel Niño recibe una visita que tomamos como solemnidad: tres peregrinos, tres magos, le van a visitar, cada uno de diferente procedencia teniendo en común la misma búsqueda, la misma esperanza. Magos que están disponibles para el asombro, con ellos se nos invita a que seamos peregrinos de la esperanza, como nos lo muestra el lema del año jubilar.
¿Cuáles son nuestras búsquedas hoy?, ¿qué tan disponibles para el asombro estamos? En un tiempo en que queremos que todo sea certeza, todo sea rápido, nos cuesta buscar serenamente y asombrarnos, hacernos peregrinos de la esperanza. Aun así, la invitación es a caminar guiándonos por los anhelos del corazón, por la estrella, como nos lo dice la Palabra en ese día (Mt 2, 10). Pues sólo hallando esos anhelos, nos llenaremos de alegría, así como aquellos magos peregrinos.
Los magos que van hacía donde Jesús son personas que buscan honestamente la Luz, pues ven “cómo la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos” (Is. 60, 2) pero se les revela que en Jesús está el mayor sentido de su búsqueda: él es el nuevo amanecer, en quien Dios muestra su gloria y nos invita a acoger, amar, seguir, servir. Él es el Misterio. No buscan la luz para matarla, que era la intención de Herodes (Mt 2, 8). En nuestras búsquedas, nos es preciso discernir dónde colocar los sentidos internos y externos, porque hay voces que seducen, que engañan como Herodes, dicen querer ir a adorar al Niño, pero realmente lo quiere asesinar. Fue lo que conmemoramos el 28 de diciembre con la fiesta de los santos inocentes; cuidarnos de quienes dicen ser buscadores de la luz, pero lo único que quieren es apagarla. Buscar honesta y sabiamente es preciso.
Estemos abiertos al asombro; ahí en lo ordinario del día a día, de cada presencia, de cada detalle, que nuestras búsquedas estén en armonía con lo que podemos ofrecer y dar. Es decir, hacernos regalo y don, pues estos magos al Niño Jesús le ofrecen precisamente eso (Mt 2, 11). ¿Qué de mí se puede hacer regalo para el otro? ¿Qué de mí se puede hacer regalo para los que están pasando situaciones difíciles? Tradicionalmente, para esta fecha quienes reciben regalos son los niños y las niñas: ¿por qué no hacernos regalo para el otro? Les invitamos a ir un poco más allá, a hacer la búsqueda más apasionada, estar disponible a ofrecer algo de lo que tengo y puedo, de lo que soy.
En esta solemnidad de la Epifanía les invitamos, si pueden, a dar un regalo a los niños y niñas a quienes la desigualdad les hace sentir el dolor de la indiferencia y les arrebata su infancia. Les invitamos a ir a adorar al Niño Jesús en los pobres de hoy, hacernos regalo para ellos, ser peregrinos de la esperanza.
* Secretario Académico del Departamento Superior de Teología
Imagen: Prensa UCALP.