Dado que para él ya nada era imprescindible en la vida, enterró sus pertenencias junto al árbol que lo vio nacer, y que también vio morir a su hijo. Inmediatamente, con firme decisión, abrió la puerta del futuro, y sin mirar atrás penetró pesadamente, sonriendo con desgana, vestido de sombra y mierda.
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