“Los Ladrones: La verdadera historia del robo del siglo”, filme documental en el que los protagonistas del atraco más recordado de la historia argentina relatan y hasta actúan en una juguetona recreación el asalto que llevaron a cabo en el Banco Río de Acassuso en 2006, puede verse desde en Netflix con una propuesta que busca “tratar de conocer y entender lo que pasa por las cabezas de estos personajes que generaron la construcción de un mito”.
“Cuanto más los conocía más me seducían, creo que son todas personas que lograron, por haber trabajado en algo con tanta intensidad, mucho poder de reflexión. Por más que la gente se enamore, esto no deja de ser un robo, pero se pensó para trascender en el tiempo”, dijo en diálogo con Télam el director de la película, Matías Gueilburt, de cara al lanzamiento de la producción.
En épocas en las que la temática de los crímenes reales florece tanto a nivel mundial como en Argentina, en donde otros casos resonantes como la muerte del fiscal Alberto Nisman o el crimen de María Marta García Belsunce -entre más- propiciaron adaptaciones en pantalla chica y grande y desde la ficción o lo documental, el trabajo que Gueilburt junto al productor Sebastián Gamba logra destacar entre la oferta disponible para las audiencias.
Y es que esa mencionada trascendencia que tuvo el “robo del siglo”, ocurrido el 13 de enero de 2006 cuando un grupo de cuatro hombres y dos cómplices se llevó cerca de 19 millones de dólares de las cajas de seguridad de esa sede bancaria tras orquestar una toma de rehenes como pantalla, se fundó en que “había sido una obra de arte”, como lo describieron tanto el realizador como Fernando Araujo, el cerebro del hecho, en su primera vez frente a las cámaras desde cometer el asalto.
“Para eso yo tenía que estar a la altura de alguna forma, y el documental también tenía que tener algún diferencial, no podía ser algo convencional, porque si no lo hubiesen hecho”, explicó el también autor de las reconocidas “Vilas: serás lo que debas ser o no serás nada” (2020) y “Los días de Ayotzinapa” (2019).
Por eso, él y su equipo decidieron convocar a Araujo junto a sus coautores, Luis Vitette Sellanes, Rubén “Beto” de la Torre y Sebastián García Bolster, para reconstruir el paso a paso del robo con una puesta que esquiva el tono serio y archivístico que caracteriza las producciones de su tipo y, en cambio, invita a un trayecto más lúdico en el que los entrevistados se ponen una vez más en los roles que ocuparon aquella vez.
Así, mientras dejan ver sus excentricidades y particularidades, Araujo recorre el túnel que les permitió ingresar y escapar del banco, Vitette encarna sobre las tablas de un teatro su performance como el famoso “hombre gris”, García Bolster reconstruye y utiliza el recordado “cañón power” que creó para abrir las cajas de seguridad y de la Torre recrea la toma de rehenes con maniquíes en un set como si se tratara de un dinámico videoclip.
“Podrían haberme dicho que les hiciera las entrevistas, que fuéramos al grano y listo, pero todos le pusieron mucho trabajo. Podrían haber hecho un buen robo y ser malos personajes, pero creo que se lucen.
Matías Gueilburt
Maquetas de la sucursal de Banco Río cual casa de muñecas, escenas en las locaciones reales y una variada superposición de testimonios son otros elementos distintivos de la producción, que Gueilburt desarrolló principalmente en los tiempos más restrictivos de la pandemia de coronavirus para “ver a través de sus ojos al artista, al actor, al hampón y al ingeniero”.
Télam: Si bien es uno de los casos policiales más recordados de nuestro país, ¿había algo en especial que te interesaba indagar sobre esta historia?
Matías Gueilburt: Lo que más me interesó desde el principio fueron los personajes, era una historia de personajes. Más allá del robo en sí que es sumamente importante porque es la obra de ellos, me interesaba poder profundizar en ellos, era el foco central, el punto de partida. Cuanto más los íbamos conociendo, más atrapante era ver cómo funciona cada uno, siendo un grupo tan heterogéneo y disímil, de diferentes clases sociales y con diferentes inquietudes frente al hecho y frente a la vida. El robo me parecía de gran espectacularidad, pero los personajes me atrapaban más todavía.
T: ¿Eso fue lo que te permitió salir del molde que imponen los documentales convencionales?
MG: Totalmente, en ningún caso yo quería hacer un documental de investigación, que viniera a desentrañar lo que ya se sabía. Yo los iba convenciendo, y ellos después tenían que llevarlo adelante, tenían que actuar. No son actores, pero la verdad que se entusiasmaron mucho con esa idea, sintieron que era noble el camino que íbamos a recorrer y lo hicieron maravillosamente bien. Podrían haberme dicho que les hiciera las entrevistas, que fuéramos al grano y listo, pero todos le pusieron mucho trabajo. Podrían haber hecho un buen robo y ser malos personajes, pero creo que se lucen. Y con el paso del tiempo, son tipos que fueron ladrones, pagaron sus condenas por el crimen, y que hoy estén haciendo una película les da una nueva oportunidad de reinventarse en otros lugares.
T: ¿Desde qué lugar te acercaste a ellos? ¿Fue una posición que cambió a medida que avanzaban?
MG: Sí, fue cambiando, yo nunca me los había planteado como héroes. Al principio fue un choque, cuando los conocí me di cuenta que te miran a los ojos, te estudian, hay una cosa de desconfianza, y vos tenés que entregar una energía que ellos van agarrando, tienen que confiar en vos. Fernando nunca había salido en cámara, y para poder someterse a esta exposición tenía que creer en el proyecto. Entonces mientras avanzábamos fui descubriendo a estas personas que en un momento se atrevieron a dar ese paso, con las posibilidades de que pudiera salir mal, de que alguien pudiera morir.
T: Con una plataforma de alcance tan global detrás, ¿se plantearon ciertas condiciones a la hora de contar una historia local como la del “robo del siglo”?
MG: Creo que el streaming están haciendo bastante pie en el mundo local, le están dando importancia a esas historias, algunas pueden volar por el mundo, y me parece que “Los ladrones” es una historia universal. La idea de un gran robo es universal, no es un caso político que está muy anclado a la realidad del país, y además va a salir en muchísimos países, se va a traducir en muchísimos idiomas. Es muy difícil saber cuál es el vuelo de las cosas. Uno termina la obra y la deja ir, pero creo que esta es una historia universal. Con las plataformas, al estar en tantos países y tener tanta presencia en los hogares, y con esto de que la gente está muy ávida de ver contenidos, me parece muy interesante conocer las otras miradas del mundo sobre estos relatos.