
Por Guillermo Cavia –
María Elena Walsh en su canción “Manuelita la tortuga” cuenta que la tortuga llegó caminando a París: “A París ella se fue un poquito caminando y otro poquitito a pie”. Es verdad que despacio se puede llegar a todos lados, también pareciera ser esa la meta de los ferrocarriles en Argentina.
No se puede dejar de destacar que los trenes urbanos, también llamados de cercanía, que hacen los recorridos para unir ciudades con las estaciones cabeceras, como Constitución, Retiro, Once, entre otras, han mejorado ostensiblemente, no solo en prestación de servicios, sino en seguridad, confort y puntualidad.
Sin embargo a nivel Federal, hay una deuda muy grande con los Ferrocarriles. No porque el servicio tenga malas formaciones, sino por el increíble tiempo que tardan debido al estado deplorable de las vías.
Disponer de locomotoras nuevas, coches confortables, incluso camarotes y comedor, no salvaguarda el hecho de tener que soportar un viaje que se extiende por horas eternas y que además de tortuosas, es parte de una aventura, debido al mal estado de las vías en casi todos los tramos, donde un descarrilamiento es una lotería que se sortea en cualquier momento del viaje.
Hace muy poco hubo un grave accidente en Olavarría, ocurrido en plena madrugada, cuando un tren de pasajeros de larga distancia, que realizaba el recorrido Plaza Constitución – Bahía Blanca, descarriló en cercanías de la ciudad cabecera del partido.
La Junta de Seguridad en el Transporte (JST) dijo que “el incidente se produjo alrededor de las 5:20, cuando -por causas que aún están bajo investigación – descarrilaron la locomotora (EMD GT-22 A916) y ocho de los 12 coches CNR, que componían la formación. Uno de ellos, incluso, quedó volcado sobre su lateral”.
Imagen del terrible descarrilamiento en el partido de Olavarría
El servicio circulaba a plena capacidad, con 479 personas a bordo, entre las que hubo varios heridos y contusos, aunque ninguno de gravedad. El hecho recibió atención de la prensa nacional y mundial por su magnitud.
Lo acontecido muestra la falencia en la infraestructura de las vías, concesionadas por el Ministerio de Transporte de la Nación, con una prórroga hasta junio, a la empresa Ferroexpreso Pampeano. El incidente vuelve a poner luz acerca del deterioro de los ramales otorgados a cargueras privadas.
La incorporación de nuevas unidades, coches de pasajeros, locomotoras, es parte de una idea pujante para los ferrocarriles en Argentina. Pero si ese material se coloca sobre ramales que están en situación calamitosa, claramente estamos ante una total falta de ideas, proyección y resguardo del patrimonio nacional. Es rifar al azar que las nuevas unidades soporten el calvario de peregrinar por vías que ya no pueden recibir trenes. También apostar a las vidas de pasajeros y personal, porque que no haya muertes en el accidente de Olavarría, es un milagro.
Cuando era un niño, con mi mamá tomábamos en la estación de trenes de Olavarría, “La estrella del Valle”. Era una formación de pasajeros que pasaba diariamente, venía de Zapala hacia Capital Federal y viceversa, todos los días. El tren, que salía de Olavarría a las 10 de la mañana llegaba a las 14:00 horas a Plaza Constitución. ¡Sólo cuatro horas de viaje! Ahora el mismo recorrido se va a hacer en 9 horas. ¿Qué nos pasó? ¿Son divergencias entre los que deciden? ¿Es un síntoma de la clase dirigente? ¿Es un problema de ciudadanos?
Otros trenes también están en la misma sintonía. El que va a Rosario sale de Retiro, desde la estación de la línea San Martín, todos los días a las 15.15 y regresa de Rosario a las 0.30, con un costo del pasaje de 300 pesos en primera y 360 pesos en pulman, con un tiempo de viaje de 8 horas, para recorrer solo 303 kilómetros.
El servicio que une Retiro con Córdoba tiene un tiempo de viaje de 21 horas. Son 650 kilómetros. El tren que va desde Retiro a Tucumán (estación Cevil Pozo), tiene un tiempo de viaje de 32 horas entre cabeceras, son 1.150 kilómetros.
La llegada de los nuevos tenes en Argentina
Los actuales trenes adquiridos por el estado podrían desarrollar velocidades óptimas para hacer recorridos en menos tiempo, incluso reducirlos manifiestamente. Vale la pena recordar que estamos en este país, en el mismo siglo que el resto del mundo, el XXI y que aquí todavía, es inconcebible que el récord de velocidad de una formación de trenes, lo tenga el que fue tirado por una locomotora a vapor, conducida por el famoso maquinista Francisco Savio, que batió el récord sudamericano de velocidad, el 13 de febrero de 1926, en el trayecto Buenos Aires-Rosario (unos 303 km) en tan solo 3 horas y 21 minutos a un promedio de 90,4 km/h, algo increíble para la época, y estableció el récord sudamericano de velocidad para trenes.
El dato, más que hacernos sentir el orgullo como argentinos, debe preocuparnos, porque pasó hace 96 años y nunca más, en este país, una formación de tren logró superarlo.