La subjetividad desde el Psicoanálisis

Una hipótesis fuerte del psicoanálisis es que la subjetividad se produce, no nace con la criatura viva, no está inscripta en los genes. No viene predeterminada, sino que es una producción.

La subjetividad, la representación de sí mismo para el humano no es algo innato que comienza a desarrollarse desde su nacimiento y pasa por etapas biológicas a lo largo de la infancia, sino que es una construcción. Depende de condiciones socio-históricas y familiares que moldearan la subjetividad del cachorro humano.

El psicoanálisis opera en el cruce que se produce entre dos ejes, el histórico y el estructural.

Lo estructural para el humano es el lenguaje, el hecho de ser un viviente que habla, un ser hablante. Lo que sabe de sí, del mundo que lo rodea y lo que conoce es a través de los otros.

De la mano de esta hipótesis del psicoanálisis hay otra que es fundamental y es que el humano carece de instinto, lo perdió o simplemente nunca lo tuvo, vive en un universo de signos, símbolos y significantes. Vive en el universo del lenguaje. Todo lo que refiere al sujeto, desde su forma de vivir hasta la conciencia de su propia muerte está predeterminada por la cultura y no por la biología.

Es importante abordar cómo se produce la subjetividad de época, no es lo mismo un sujeto del siglo XV que uno del siglo XX o un sujeto contemporáneo.

La subjetividad que la cultura le propone al cachorro humano es epocal, es un modelo que se le propone. ¿Cómo se producen las subjetividades? Se producen a través de los dispositivos de poder, que son las maquinarias que dan lugar a la subjetividad de época. Hay un modelo que en cada momento histórico se le propone a un sujeto por venir. Como no hay nada para el humano por fuera del lenguaje y no hay acceso a lo natural, esta construcción tiene carácter de ficción, es ficcional.

Antecedentes materiales que hicieron posible la aparición del Psicoanálisis

El surgimiento del psicoanálisis no hubiera sido posible sin los cambios socio-históricos que produjo la modernidad y sin el trabajo de los filósofos que surgieron a partir del Iluminismo. Su más claro antecedente es René Descartes (Francia 1596 – Suecia 1650).

Este filósofo inaugura la serie de pensadores que van a tratar de abordar la cuestión de la conciencia, sobre todo de la conciencia de sí. Es uno de los protagonistas en el umbral de la revolución científica que se estaba gestando con los nuevos aires del Renacimiento, que daría lugar en el siglo XVII al surgimiento de la filosofía moderna.

Los cambios producidos por la modernidad se suceden a través de unos trescientos años, constituyen una serie de procesos económicos, sociales y políticos a partir del resquebrajamiento del mundo medieval.

Durante la Edad Media el centro del pensamiento es la idea de Dios. Es notable como en los cuatrocientos años que dura este período se detuvo el desarrollo de la ciencia. Esta etapa está marcada por la religiosidad, el conocimiento se produce a través de la lectura del texto bíblico traducido al vulgo por las instituciones de poder que son las religiosas, inclusive la monarquía pertenece a un orden divino.

El Hombre es pensado como hecho a imagen y semejanza de Dios, y su único

propósito es pasar por la vida de la mejor manera posible, sobrevivir, trabajar y salvar su alma siguiendo los preceptos religiosos, porque la verdadera vida es en otro lugar, la eternidad prometida después de la muerte.

Este hombre del medioevo pertenecía a un señor feudal, no era libre. Una subjetividad completamente diferente a la que nosotros podemos pensar hoy.

¿Cómo empieza el resquebrajamiento de este mundo? ¿Cómo pierde poder la iglesia católica en Europa?

Es importante para nosotros pensar este proceso porque es parte de lo que heredamos: nuestra idiosincrasia, nuestras identidades colectivas, nuestra visión del mundo y nuestro quehacer político es el producto del encuentro (violento) entre esa cultura y las que habitaban el suelo americano. Algo que no podemos dejar de lado al pensar el entrecruzamiento entre la Comunicación y la producción social de subjetividades es que somos un pueblo colonizado.

Tzvetan Torodov en su libro La conquista de América, el problema del otro (Ed. Siglo XXI, 2003) plantea la hipótesis por demás interesante que sostiene que la Modernidad empieza en 1492, cuando el europeo encuentra a un otro con quien compararse: los pueblos originarios de América, una cultura radicalmente diferente. Un encuentro que cambiaria la historia del mundo occidental.

Volviendo al proceso que comienza a resquebrajar el mundo de las ideas de la época medieval para dar paso a la modernidad, tomemos como punto inicial a la invención de la imprenta en el año 1440. Porque, si bien lo primero que se imprimió fue la biblia, ahora más personas podían acceder a ella, de manera directa y no sólo traducida por los sacerdotes en los templos o en los primeros claustros universitarios que dependían de la iglesia católica. Durante este período el lugar donde se iba a aprender era a la iglesia y eso permaneció así hasta el siglo XIX, hablamos de unos setecientos años donde el conocimiento estuvo en manos de dicha institución. Y como ya sabemos, el saber es poder.

Como decíamos con anterioridad, este proceso en el que se va instaurando la modernidad transcurre a lo largo de unos trescientos años, pero no es un dispositivo que desaparece. Los discursos no se esfuman, el discurso religioso está presente y es muy eficaz, sobre todo porque le da muchas respuestas a este sujeto que sufre por la falta en ser. La religión le da un sentido a la vida, aunque sostenga que se viene al mundo a padecer, que el paso por la misma es un valle de lágrimas y que el fin de este pasaje es salvar el alma para la vida eterna. La buena vida viene después, no está acá.

Esa división entre el mundo espiritual y el mundo terrenal es también muy de nuestra idiosincrasia, de esta América colonizada por el cristianismo, donde en repetidas ocasiones estamos al borde de una teocracia y en la mayoría de los países latinoamericanos todavía es impensable la separación Iglesia/Estado. No es un futuro improbable, sobre todo ahora que el evangelismo tiene tanto auge y participa de la arena política. Entonces entendemos que no son instituciones que desaparecieron del todo, sus discursos siguen tallando subjetividades.

El Renacimiento y el avance del pensamiento científico producen la secularización, es decir el proceso que experimentan algunos estados o territorios cuando diversas instituciones y bienes pasan de la esfera religiosa a la civil. Lo sagrado y lo eclesiástico pierde su preeminencia pública a favor de la sociedad.

Durante el siglo XVII, René Descartes inaugura las reflexiones acerca de la conciencia de sí y de la razón con la elaboración del llamado cogito cartesiano, la famosa fórmula “Pienso, luego existo” que da lugar en la filosofía a la aparición del Iluminismo. La luz de la Razón intenta dejar atrás al oscurantismo religioso.

La Modernidad avanza de la mano de profundos cambios

La Modernidad avanza de la mano de profundos cambios en lo económico con el desarrollo del Capitalismo, que como todo nuevo dispositivo necesita producir una nueva subjetividad. No le sirve el hombre que existía para sobrevivir, por lo que la secularización se convierte en unos de sus principales aliados. Es un proceso que se dará con el trascurso de muchos años, la subjetividad que necesita producir el capitalismo en la modernidad es el Individuo. Lo que quiere decir es que este individuo tiene conciencia de sí y propiedad sobre sí mismo, el centro de su ser es la razón. El capitalismo necesita este tipo de sujeto, que se piense a sí mismo como uno, separado del resto, con dominio sobre su vida, que es independiente y no propiedad de otro como en la edad media. Esto lo hace propietario de sí mismo y de objetos, surgiendo la idea de la propiedad privada. Este nuevo individuo que desea poseer cosas porque está aferrado al orden de lo terrenal, es fundamental para la existencia del capitalismo.

Estos cambios que producen los tiempos modernos habilitan al desarrollo del pensamiento científico, donde la excomunión (o sea la muerte civil) o la hoguera no son ya el destino posible para quienes interrogan al discurso religioso. Se permite la investigación, por ejemplo, se puede estudiar anatomía que hasta ese momento estaba prohibida por el hecho de necesitar la disección de cadáveres.

La filosofía tiene como centro de sus reflexiones al humano, no a Dios y su palabra, ya no se estudia la biblia como texto y como fuente de toda verdad. Y así el conocimiento ya no viene dado por lo que está en las escrituras sagradas, si no que el conocimiento lo produce el hombre a través de la razón. De esta manera, se empiezan a desarrollar una gran cantidad de disciplinas y a partir del siglo XX se separan de la filosofía las nuevas ciencias llamadas humanísticas y sociales, a saber, la psicología, la antropología, la sociología y la pedagogía, entre otras. Como así también las ciencias relacionadas con la naturaleza, que desafiaban la concepción religiosa de la creación divina: la matemática, la física y la astronomía.

La Reforma

Un actor nada menor de este proceso fue Martin Lutero (Alemania 1483-1546), dentro del seno mismo de la tradición cristiana, quien fuera el gestor del sisma del catolicismo que produjo una gran división cultural: la Reforma.

Lutero divide el mundo terrenal del mundo celestial, y dice que lo terrenal no le compete a la iglesia. Podríamos decir que Lutero abre las puertas al Capitalismo, porque plantea a los asuntos terrenales en un orden completamente fuera de la competencia de la Iglesia y sus miembros. Esto trae un verdadero sisma cultural ya que aparece la división entre el protestantismo y el catolicismo.

De esta manera la razón viene a traer la luz sobre la oscuridad de la religión, dando lugar al surgimiento del Iluminismo, donde el actor social comienza a ser el ciudadano con derechos propios (siglo XVIII). Estos derechos civiles vienen a remplazar al derecho canónico que había regido hasta el momento.

Todas estas enumeraciones de eventos en el acaecer del mundo occidental, incompletas, por cierto, nos ayudan a pensar las diferentes producciones de subjetividades a lo largo de las épocas, y a su vez nos permite contrastarlas con lo que es estructural para el humano, operando en el encuentro de estos dos ejes: el de la historia -que es un eje diacrónico, temporal- y el de la estructura -un eje sincrónico, atemporal. Lo estructural para el humano es el lenguaje, el hecho de hablar.

Sin todos estos cambios sociales y toda esta producción científica nueva, no hubiera sido posible la invención del psicoanálisis por parte de Sigmund Freud (Imperio austríaco 1856- Londres 1939), un neurólogo vienés que crea un nuevo método de cura para la enfermedad mental.

En la edad media el enfermo mental era un poseído por el demonio y existían diferentes tipos de dispositivos para tratarlos A veces se los encerraba en las cárceles de la época que eran los calabozos -junto con los delincuentes y los revoltosos- o eran depositados en naves, las naves de los locos, que paraban de puerto en puerto para ser abastecidos, de esta manera eran separados del seno de la sociedad principalmente aquellos que alteraban el orden público. También se les aplicaba tratamientos mediante exorcismos.

Con el avance de la modernidad aparece una nueva práctica médica, la psiquiatría, que teniendo en cuenta que el centro de la persona es la razón, comenzó a pensar en diferentes métodos de cura para estos seres irracionales. Entre ellos inventa un dispositivo vigente hasta nuestros días: el hospital psiquiátrico.

La modernidad aparte de producir este nuevo sujeto que es el individuo, produce las instituciones que lo van a sostener, a saber, la escuela, las cárceles, los hospitales, la familia nuclear moderna. Son los nuevos dispositivos de control, de producción de subjetividad y de organización social.

La era victoriana

¿Por qué es importante el protagonismo de la burguesía y su moral?

Para llegar a la modernidad la vida social se fue transformando lentamente signada por un proceso histórico que nos interesa mucho: la era Victoriana.

La época victoriana o la era victoriana de la historia del Reino Unido marcó la cúspide de su revolución industrial y del Imperio Británico bajo el largo reinado de Victoria I (1837-1901), los cambios políticos, culturales, económicos, industriales y científicos fueron extraordinarios. Hubo también disturbios sociales por la configuración del derecho al sufragio y otras protestas civiles masivas. El estilo de las monarquías europeas y su influencia en las colonias o ex colonias cambiaba de manera radical.

La sociedad en la época victoriana estaba exacerbada de moralismos y disciplina, con rígidos prejuicios y severas interdicciones. Los valores victorianos se podrían calificar de puritanos. La repulsión social hacia los excesos y el vicio también se dirigía al sexo, relacionado con las bajas pasiones y asociado a la animalidad de los placeres de la carne. Por ello la castidad era una virtud a resguardar. La reina mandó a alargar los manteles del palacio para que cubrieran las patas torneadas de las mesas ya que podían incitar las fantasías de los señores al recordar las piernas de las mujeres.

En esta época tan influyente se generaron muchas prácticas pedagógicas y psicológicas relacionadas con la salud que son de gran importancia para nuestro recorrido.

En medicina surgió la corriente del higienismo porque el incipiente capitalismo y su proceso de industrialización, necesitaba ante todo que los obreros vivan mucho tiempo y estén sanos para trabajar y producir de manera óptima. El higienismo empieza por las fábricas, haciendo que los empleados trabajen en lugares aireados y con periodos de descanso.

También lo hace en las casas de familia, empezando por ejemplo a separar las habitaciones de los padres de la de los hijos. (Siglo XIX, principios del siglo XX). Empieza un nuevo modelo arquitectónico, donde las casas pasan a tener una zona pública separada de la zona privada. Esto también se hereda de una moral que tiene mucho que ver con la religión.

El encuentro entre Freud y el cuerpo sufriente de la histérica

Si no hubiese existido la era victoriana con toda su represión de lo sexual, donde por ejemplo las mujeres tenían que ir cubiertas desde el cuello hasta los tobillos, no se hubiese producido el concepto de histeria con el que se encuentra Freud. Sin todos estos desarrollos que nombramos, no hubiera sido posible el surgimiento del psicoanálisis. Freud notó que había otro orden que operaba en el humano más allá dela razón y que producía síntomas y efectos que estaban fuera del alcance de la conciencia. En el ambiente en el que estudiaba y trabajaba el médico vienes, bajo la fuerte represión de la moral victoriana, se producían un conjunto de síntomas en las mujeres de la época que constituían un cuadro clínico que se denominó histeria, si bien era un padecimiento descripto desde los médicos griegos y egipcios asociado a la feminidad.

El joven Freud recibió una beca para ir al centro de las investigaciones clínicas de la época, París, con uno de los psiquiatras más famosos de esos tiempos, Jean Martin Charcot, quien se lucía en la práctica de la presentación de enfermos en el hospital. La novedad era el uso de la hipnosis.

Luego de un tiempo, Freud vuelve a Viena y comienza a estudiar y a escribir acerca de este nuevo tratamiento y hace una pregunta fundamental: si bajo los efectos de la hipnosis una persona recibe una orden y la ejecuta después de despertar, sin acordarse del momento en el que le fue formulada y tampoco tiene explicación para su acción, ¿dónde quedó esa orden en el intervalo? Comienza a plantearse que debería existir un lugar que fuera solamente inconsciente.

Debido a su trabajo cotidiano y acompañando a su mentor, el Dr. Breuer, se dedica a atender pacientes diagnosticadas como histéricas, utilizando su propio método, que consistía en hablar con ellas. En un primer momento lo pensó como un tratamiento catártico, es decir que la persona se alivia en la medida en la que habla de lo que le está pasando, se va liberando de las tensiones que acumulaba en el cuerpo. A su vez fue viendo que el recuerdo y la elaboración de ciertos eventos traumáticos hacían ceder el padecimiento de sus pacientes. Poco a poco iba surgiendo la invención de una nueva cura para el sufrimiento mental.

De esta manera, fue tomando nota acerca del efecto de las palabras (esta cuestión del lenguaje que es tan importante para nosotros) sobre el cuerpo, las palabras pueden curar y también enfermar.

Es así que Freud comienza a diseñar este novedoso método clínico para la enfermedad mental basado en la cura mediante la palabra. Estudiando la cuestión del lenguaje, y como éste nos determina, fundando los principios del psicoanálisis, donde no solo se desarrolla una cura para el sufrimiento psíquico sino también una nueva forma de pensar al humano y lo social.

Fuente: Comunicación y Subjetividad- Cátedra II. Texto de Cátedra. Facultad de Periodismo y Comunicación Social. UNLP.

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