Mis puertas están siempre abiertas. El café puede estar en minutos y la mesa del comedor es un lugar de paz y no de juicio.
Cualquier persona que necesite charlar es bienvenida en cualquier momento. No es bueno sufrir en silencio. Hay comida en la nevera, café y té en la alacena, y oídos para escuchar, hombros donde apoyarse para llorar, amar y compartir.
Este es un viejo valor que se ha perdido con la tecnología… un texto, mensaje de Facebook, o emoji, no es el equivalente de hacer tiempo para aquellos que amamos o que nos importan.