Ese lugar que se llama la casa de los abuelos

“Pienso que uno de los momentos más tristes de nuestras vidas llega cuando se cierra para siempre la puerta de la casa de los abuelos. Los encuentros con los abuelos, los culpables de todo.

Las tardes de alegría con tíos, primos, nietos, sobrinos, padres, hermanos e incluso novios pasajeros que se enamoran del ambiente que allí se respira.

Ni siquiera hace falta salir a la calle, estar en la casa de los abuelos es lo que todo el mundo necesitaría para ser feliz.

Las casas de los abuelos siempre están llenas de sillas, nunca se sabe si un primo traerá a la novia, a un amigo o al vecino, porque aquí todo el mundo es bienvenido.

Saludas a la gente que pasa por la puerta, aunque sean desconocidos, porque la gente de la calle de tus abuelos es tu gente, es tu pueblo.

Cerrar la casa de los abuelos es decir adiós a las canciones con la abuela y a los consejos del abuelo, al dinero que te dan a escondidas de tus padres a llorar de risa por cualquier tontería

Así que si tienes la oportunidad de llamar a la puerta de esa casa y que alguien te abra desde dentro debes aprovecharla cada vez que puedas, porque entrar ahí y ver a tus abuelos sentados esperando para darte un beso es la sensación más maravillosa que puedas sentir en la vida.

Si resulta que ahora les toca ser abuelos, nunca pierdas la oportunidad de abrir las puertas a tus hijos y a tus nietos y celebrar con ellos el don de la familia, porque solo en la familia es donde los hijos y los nietos encontrarán el espacio oportuno para vivir el misterio del amor a los más cercanos y a los que te rodean.

Disfruten y aprocechen la casa de los abuelos”

Autor desconocido