La norma de certificación ISO 50001, que se otorga a organizaciones que cumplen con una gestión energética eficiente y más saludable para el planeta, tiene una amplia difusión entre los países de Europa y Asia, pero su desarrollo aún es incipiente entre los de América donde Chile –el primero en todo el continente- cuenta con el 2% de las certificaciones de Alemania o China, los líderes a escala mundial.
Las 72 certificaciones emitidas hasta 2021 sitúan a la Argentina en la tercera posición continental, detrás de Chile (115 casos) y Brasil (82), superando en las posiciones a Estados Unidos (57), México (42) y Canadá (22), entre otros, según el relevamiento de la Organización Internacional de Normalización (ISO).
Los números no guardan relación con las 5.498 certificaciones emitidas por empresas y organizaciones en Alemania o las 5.369 en China, países que concentran el 49,8% de todas las registradas en el mundo y que se destacan en relación no solo con el continente americano sino con otros países de Europa y Asia, si se tiene en cuenta que Italia, el tercero de la lista, cuenta con 1.404 casos.
Los países que tuvieron los mayores saltos porcentuales en 2021 fueron Costa Rica, que aumentó un 125% el número de certificaciones del año anterior, Chile (105%) y la Argentina (80%)
Los principios de la norma ISO-50001 se basan en los cuatro pasos del denominado “círculo de Deming”, creado por el especialista en estadísticas William Deming: Planificar, hacer, verificar y actuar, también conocido por su sigla en inglés PDCA (Plan-Do-Check-Act).
En el primer paso, la organización diseña un plan energético con miras a mejorar su eficiencia, luego lo lleva a la práctica, en una tercera instancia chequea los resultados con criterios e indicadores que puedan ser divulgados y analizados por todos los miembros con poder de decisión y, por último, se revisan los resultados con el fin de establecer las correcciones necesarias.
La Organización Internacional de Normalización publicó el primer estándar ISO-50001 en junio de 2011 –fue actualizado en 2018- y, según especificó en su página web, “proporciona un marco de requisitos para que las organizaciones desarrollen una política para un uso más eficiente de la energía, fijen metas y objetivos para cumplir con la política, utilicen los datos para comprender mejor y tomar decisiones sobre el uso de la energía, midan los resultados, revisen el funcionamiento y mejoren continuamente la gestión de la energía”.