Jugando en el tiempo que todo se compra y se vende

El observador errante –

El Observador quiere proponer el “juego de hacer que somos autoridades”.

La propuesta parece simple porque la experiencia nos indica que con muy poca inteligencia, cero empatía y buena remuneración, hay que establecer un orden social que genere recursos para sustentar económicamente a los que gobiernan, y obligar a los gobernados a una conducta férrea, distractiva, hasta diría ociosa -no importan las contradicciones-.

Por ejemplo, comencemos por la publicidad permitida (¿). Nuestros buenos profesionales médicos nos aconsejan no automedicarnos porque -a pesar de ser reiterativo aún persiste la compulsión a hacerlo-.

Nosotros que NO sabemos hacer un buen té, un buen refresco, un buen cocktail, no sabemos degustar un vino, ni sospechamos lo que contienen nuestros alimentos, nos sentimos autosuficientes -no sólo para medicarnos- sino para “recomendar” a terceros la ingesta de algún medicamento que alguna vez nos fue recetado correctamente, o aquél que otro generoso ciudadano nos aconsejó.

Pues bien, ahora, en tiempo de pandemia, en la que pasamos más tiempo viendo TV o escuchando radio, o rastreando en redes sociales, encontramos publicidades que nos aconsejan determinados productos farmacéuticos que nos “liberarán de las dolencias que padecemos”. Podemos tener una indisposición que creemos producto de una ingesta … y tenemos la tableta, las gotas o las cápsulas de geles o polvos de liberación “inmediata” o de liberación prolongada; que nos harán sentir sanos.

Si el padecimiento es femenino en el aparato sexual, con picazón, dolor, flujo y otras chichuras, nos dan una cápsula diaria que nos liberará de la sintomatología (así, podemos seguir contagiando sin culpas).

Si tenemos dolores articulares, dolores musculares, hemorroides, jaquecas o migrañas, evitamos la tediosa consulta médica que implicaría sacar turno, ir al consultorio y recibir la opinión de un profesional.

Además, la publicidad nos advierte que es “recomendada” por la “Sociedad….. de Médicos de cuchutrulo” o avalada por los “Odontólogos de conchilaló”.

También bastardean ciertos “logros” sociales, indicando que es la “liberación femenina” de los problemas menstruales con “manifestaciones” de fondo, con lo cual también bastardean a quienes luchan acertada o equivocadamente por un mundo mejor….. Todo se compra y todo se vende.

Las asociaciones mencionadas estoy casi seguro que todas inexistentes o creadas para ser citadas como fuentes inagotables de conocimiento -ojalá indiquen nombres y apellido y matrícula profesional responsable-.

Podemos crear asociaciones para ludo dependientes que nos invitan a dejar el juego en “jugadores anónimos”, justo después de una deliciosa propaganda que nos prometen millones, autos, casas, lanchas, viajes y una infinidad de “felicidades” si jugamos a tal o cual forma de juego adictivo.

Podemos crear multas para los automovilistas, por infraccionar algo, habilitar grúas que nos “roban” nuestros vehículos hasta que paguemos la infracción y -sobre todo- el acarreo del “robo” que suele se más caro que la supuesta infracción; podemos también -sobre la infraestructura que Ya pagamos con nuestros impuestos- crear por ejemplo bicisendas, tomando el 25% de las calles ya pagadas, trazarles rayas y ponerle ilegítimas indicaciones; de ésta manera robamos entre otros el 25% de las patentes, los seguros y otros tantos costos “invisibles a simple vista”.

Podemos generar espacios de estacionamiento prohibido a excepción de quien tiene el privilegio de hacerlo. Podemos pintar con amarillo los cordones que tienen múltiples significados, podemos evitar la tracción a sangre, podemos permitir a nuestra discreción que se corten calles, avenidas o cerrarlos para un evento -generalmente comercial-.

También podemos soslayar el estado de la red vial urbana e interurbana incluso cobrando peajes onerosos y generar los métodos de evitar las responsabilidades por roturas de vehículos, accidentes y/o muertes generados por ellos.

Podemos ser “buenos” y dejar en libertad a peligrosos delincuentes mientras que obligamos a los ciudadanos a estar presos.

Podemos comprar miles de “cámaras de monitoreo” a unos pocos proveedores, y usarlas, no para prevenir el delito, ni para evitarlo, ni para descubrir a los delincuentes, sino como recuerdo de lo que sucede en las calles.

Eso sí, si alguien se presenta para cadete, le exigiremos un CV envidiable en NOBEL.