
La “Teoría del Caballo Muerto” es una metáfora satírica que refleja cómo algunas personas, instituciones o naciones enfrentan problemas evidentes que son imposibles de solucionar, pero en lugar de aceptar la realidad, se aferran a justificarlos.
La idea central es clara: si descubres que estás montando un caballo muerto, lo más sensato es bajarte y dejarlo.
Sin embargo, en la práctica, muchas veces ocurre lo contrario. En lugar de abandonar el caballo muerto, se toman medidas como:
• Comprar una nueva silla de montar para el caballo.• Mejorar la alimentación del caballo, a pesar de que está muerto.• Cambiar al jinete en lugar de abordar el problema real.• Despedir al encargado de los caballos y contratar a alguien nuevo, esperando un resultado diferente.• Organizar reuniones para discutir cómo aumentar la velocidad del caballo muerto.• Crear comités o equipos de trabajo para analizar el problema del caballo muerto desde todos los ángulos.
La teoría del “Caballo muerto” proviene del mundo empresarial. Aunque parezca una caricatura absurda, retrata el comportamiento de muchos colectivos. Muestra el apego a ideas insensatas, la ceguera frente a lo obvio, la terquedad en pedir lo imposible y la inercia en la propuesta de objetivos inviables. La repetición de remedios ineficaces es un problema común de muchas organizaciones que se resisten a deshacerse de proyectos estériles o, incluso, perjudiciales. Recordemos cuando en medicina se utilizaban las sangrías y las sanguijuelas.
Resulta bastante común en determinados organismos seguir invirtiendo tiempo, recursos y esfuerzos en un programa improductivo o, definitivamente, fallido. En vez de abandonarlo, muchas veces se implementan estrategias destinadas a intentar resucitar al caballo muerto. Al diseñar metas impracticables, se piensa que con un esfuerzo adicional y mayor inversión, la situación puede revertir y se podrán subsanar todos los errores.
Estos comités trabajan durante meses, levantan informes y finalmente concluyen lo obvio: el caballo está muerto.
• Justificar los esfuerzos comparando el caballo con otros caballos muertos similares, concluyendo que el problema fue una falta de entrenamiento.• Proponer cursos de capacitación para el caballo, lo que implica aumentar el presupuesto.• Redefinir el concepto de “muerto” para convencerse de que el caballo aún tiene posibilidades.
Lección aprendida:
Esta teoría pone en evidencia cómo muchas personas y organizaciones prefieren negar la realidad y desperdiciar tiempo, recursos y esfuerzos en soluciones inútiles, en lugar de aceptar el problema desde el principio y tomar decisiones más inteligentes y efectivas.
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