“El juego del calamar y el fanatismo de la audiencia”

Por Camila Cantero Guevara –

Si algo es de público conocimiento es el apasionamiento y exaltación que ha creado esta serie. A raíz de esto, no faltó oportunidad para que comiencen a surgir memes, stickers, videos y reels haciendo alusión a algún personaje o escena de la serie. Como broche de oro, debido a tanta repercusión, el director recientemente confirmó una segunda temporada.

Brevemente, la serie transcurre en Corea, donde un grupo de personas desesperadas por conseguir dinero, para pagar todas sus deudas o afrontar una mejor calidad de vida, son invitadas a jugar un juego en el cual su misión es sobrevivir. El único ganador se lleva un premio de 1 millón de wons.

Es impensable observar cómo millones de espectadores se maravillan, sorprenden y fanatizan con un guion que no se aleja demasiado a la realidad de varios.

Sin ir muy lejos, focalizando nuestra atención en Argentina, esa sensación de desesperación, de no llegar a fin de mes, de estar endeudado, de tener una inflación del 52%, de “vender el alma al diablo” para poder pagar las cuentas, es moneda corriente para casi todos los habitantes de este país.

En cuanto a qué destacar de la serie, no hay mucho más por contar. Pero si de los espectadores, los cuales me generan una gran curiosidad, y de ahí se desprenden algunos interrogantes: ¿Cuál es el consumo cultural de la sociedad? ¿Qué es lo que despierta el interés a la hora de elegir qué ver? ¿Qué nos seduce cuando decidimos mirar algo? ¿Es el morbo de que quizá en una realidad paralela, aunque sea ficticia, existe la posibilidad de que otras personas estén en peores condiciones que uno? ¿Cuál es la vara de nosotros como consumidores de cultura?

Todas esas preguntas resuenan en mi cabeza. Me impresiono constantemente de los treading topics, los primeros puestos de las películas o series más vistas. Es extraordinario, en algunos casos, poder comprender la lógica por la cual un producto llegó a determinado rango.

Por otro lado, pero no menos alarmante son los márgenes a los que puede conseguir el fanatismo. Muchos jóvenes están tan encantados e hipnotizados con la serie que implementaron algunos juegos entre sus grupos. No hay que perder de vista que son juegos mortales los que se plantean en la serie, y hay niños que no entienden la gravedad del asunto. Por eso es que repito, ¿Hasta dónde llega el nivel de conciencia de lo que se elige ver en nuestras casas y con quiénes los compartimos?

Los adultos entendemos que es ficción y que muchos datos y acciones son de color, pero los pequeños no, y toman todo literal; y de ahí aparecen las catástrofes y los arrepentimientos de los padres. Es una serie que invita a entretener a los participantes de una manera sanguinaria y violenta, pero a través de juegos tradicionales de niños, por lo cual, hay que estar alerta de cómo se comparte eso con los jóvenes que nos rodean, que entiendan que eso no es real.

Ahora volviendo a la temática de dicha serie, es una historia bien contada, pero no hay nada tan alejado a lo que la realidad intenta hacernos ver. Que vayan muriendo de maneras terribles, a medida que avanzan los juegos es shockeante, sangriento y duro de percibir, pero lo demás, no hace falta más que abrir el monedero después de mitad de mes y somos muchos los que experimentamos esa sensación.

Por lo pronto se puede dilucidar, que el morbo en el momento de elegir qué mirar, juega un papel clave en nuestras opciones. Creo que se está perdiendo la calidad del producto consumido, y se eligen otro tipo de características, que, desde mi perspectiva, son para seguir analizando el motivo.