En la sala Centauro del Museo de Arte Contemporáneo Beato Angélico, Carlos Uranga presenta una colección de sus paisajes de campo al óleo, que se podrán disfrutar durante todo el mes de agosto. Para conocer sobre su historia y el proceso creativo que despliega en cada obra, Vida UCALP dialogó con el artista platense.
La espiritualidad y el sentir son palabras que se repiten en este pintor, que se dedicó al comercio, pero que nunca perdió esa inclinación tan marcada por el arte. Para él, seleccionar los trabajos para una muestra significa un desafío, ya que considera cada obra como si fuera un hijo.
El interés por el arte se remonta a su niñez, donde tuvo como profesor, en la Escuela Anexa Joaquín V. González, al muralista Miguel Elgarte, con quien experimentó los primeros dibujos en acuarela y témpera. A temprana edad, descubrió una pasión que lo acompañaría en toda su vida.
“Mi mano anda con un pincel, con los colores, con los óleos, pero en realidad yo plasmo en el soporte lo que estoy sintiendo. Quiero sacar todo dentro de mí, porque el arte, primeramente, es de orden espiritual”.
En la adolescencia, se anotó en un concurso abierto de la municipalidad, para pintar un espacio de la ciudad. “Sin ningún tipo de impulso foráneo, de terceros, yo me decidí a ir y componer. Quiere decir que yo sentía que tenía algo adentro para expresar”, señaló. El tercer premio obtenido le dio el impulso necesario para profundizar en la pintura.
La clave de su arte: captar la atmósfera
Carlos Uranga define su estilo como figurativo y realista, pero no necesariamente hiperrealista, lo que le permite incorporar ciertos elementos de la naturaleza a sus paisajes. Cada una de sus pinturas representa un instante, la capacidad de captar eso que denomina “la atmósfera” del lugar.
“Cuando voy a las locaciones, trato de volcar no solo lo que veo, sino lo que siento en ese momento. La atmósfera implica plasmar lo que uno observa en la naturaleza, que al día siguiente puede entregar una interpretación distinta, porque hay más viento o porque el sol cambió de lugar”, mencionó.
Si bien construye un primer esbozo en la locación, continúa las producciones en su taller personal, apoyándose en el registro fotográfico que se lleva de cada visita. Sobre el proceso creativo, destacó: “Una vez que empiezo una pintura, lo más importante es darle una continuidad. Hay días en los que las cosas no salen como uno quisiera y, otros, en donde las ideas empiezan a facilitarse. Por eso, hay que tratar de hacerlo cuando uno está fresco”.
La mirada externa y la evolución del artista
En mayor o menor medida, a cada artista lo atraviesa la mirada del otro, cómo sus obras son recibidas por el espectador. Aunque aclara que tiene que establecerse un romance entre la pintura y el público, Uranga revela que aún le sorprende que una creación suya tenga un impacto en un tercero, que le suscite una reflexión.
Con el paso del tiempo, reconoce que fue madurando como artista y aplacando ciertos temores que tenía en su juventud. En especial, el miedo a equivocarse: “A pintar se aprende pintando. Si hay errores, a corregirlos. Pero no es necesario sentirse preso por la plasmación que uno quiere darle a la pintura. Hay que trabajar con libertad”.
Para todos los que quieran conocer la muestra de Carlos Uranga, pueden visitarla de lunes a viernes de 16:00 a 21:00 en el Museo de Arte Contemporáneo Beato Angélico, ubicado en la esquina de diagonal 73, entre 47 y 16.
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Fotografías: Prensa UCALP.