Amante de la vida, soy arcilla
que modela el alma de un dios preso,
y en mis manos la luz de un duro beso
ha dormido la flor de maravilla.
Y al romperse la noche sobre el día,
como un vaso de sombra quebradizo,
supe entonces que el alma era castiza
y que amarla era amor, melancolía.
¿Quién será mi verdugo más querido?
Mis verdugos son todos los que abren
la rosa de mi sueño desteñido.
¡Ah! Rompe el verso, que no me encubre:
dile que para amarte no he nacido
en la cadena rota de mi aliento libre.
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