DEJAR

Por Guillermo Cavia –

Dejar que caiga igual que las mañanas, como las horas que se pasan.

Dejar, como un cuento en las palabras, o brisa inquieta sin formas, sin aire, sin sentidos, dormido, suspendido.

Dejar el cuerpo herido en las sombras, sangrando como pájaros sin vuelos, desgarrado, dolorido cual un árbol que ha caído.

Dejar al niño, con su llanto, cubriendo la noche, los grillos, los sonidos.

Dejar, dejar el sitio, el sueño, el recorrido imaginario, de duendes y sirenas; de abismos. Sentirnos de pronto hundidos y vacíos porque nada hicimos, por el niño, por el pájaro, por el cuento, por el viento, por las horas, por el sitio; porque éramos nosotros los que estábamos heridos.