
Por Isabela Alice Zanin Cecilio –
La sobreexposición a noticias negativas se ha convertido en un fenómeno cotidiano,
especialmente para las nuevas generaciones que habitan las redes sociales como su principal
fuente de información. Conflictos internacionales, crisis climáticas, inseguridad, violencia o
escándalos políticos aparecen a diario en los dispositivos móviles, generando una constante
sensación de alarma. Lo que parece ser simplemente una manera de estar informados puede tener
efectos más profundos de lo que imaginamos.
La médica psiquiatra y experta en adicciones Geraldine Peronaceque señala que el consumo
frecuente de noticias negativas puede afectar el estado emocional de los jóvenes, provocando
angustia, ansiedad e incluso una visión pesimista del futuro. A diferencia de generaciones
anteriores, los jóvenes actuales reciben estas noticias sin filtros, sin pausas y sin el contexto
necesario para digerirlas, lo que dificulta la formación de una mirada crítica y equilibrada sobre
la realidad.
Además, el algoritmo de las plataformas tiende a reforzar este ciclo, mostrándoles más de lo
mismo: si un joven interactúa con una noticia sobre violencia, es probable que su feed se llene de
contenido similar. Este bucle informativo puede generar una especie de “fatiga emocional”, una
saturación que lleva al distanciamiento, la apatía o, en el peor de los casos, a la desesperanza.
Sin embargo, no se trata de promover la desinformación o el aislamiento, sino de fomentar un
consumo más consciente. Enseñar a seleccionar fuentes confiables, buscar diversidad de
opiniones y también permitir espacios para noticias positivas, culturales o de avances sociales
puede equilibrar la balanza. La educación mediática se vuelve una herramienta clave para
acompañar a los jóvenes en su vínculo con la información.
Frente a un mundo cada vez más interconectado y complejo, el desafío no es solo informar, sino
también cuidar. Las palabras, las imágenes y los titulares no son inocentes: moldean la forma en
que vemos el mundo. Y los jóvenes, en plena construcción de su identidad, merecen narrativas
que no solo los alerten, sino que también los inspiren.
Fotografía: En Provincia.