Jornadas largas, plazos que se nos vienen encima, relaciones complejas con nuestros colegas…, estos son algunos de los desafíos que enfrenta el trabajador posmoderno.
Con ellos, pueden aparecer síntomas de estrés, como dolor de cabeza, agotamiento, fatiga e irritabilidad. En casos más extremos, surge el síndrome del quemado o burnout, asociado a una patología crónica que invade distintos aspectos de nuestra vida.
Acercándonos al final del año, es muy probable que la gran mayoría de trabajadores hayan padecido o padezcan algún tipo de estrés asociado al mundo laboral.
El diario digital de la UCALP dialogó con la Lic. Silvana Escobares, responsable del Área de Desarrollo Profesional y docente de la UCALP en las cátedras de Psicología Institucional y Organizacional (I y II), Psicología Laboral y Psicología Educacional.
Los estresores y la sensación de desborde
“El estrés es la consecuencia de esta demanda que uno siente subjetivamente como una exigencia que no puede cumplir, que lo desborda: te desbordan tus recursos, te desborda en el tiempo y en lo que podés dar. Eso se transforma en un llamado de atención cuando esa vivencia negativa repercute en nuestro cuerpo y en nuestra salud mental, con cansancio, dolores de cabeza, irritabilidad y malestares múltiples”, relató Silvana.
La psicóloga recuerda que hay personalidades que son más susceptibles de estresarse, por lo que, ante la misma tarea y exigencia, es probable que dos personas tengan distintas respuestas. “Aun así, podemos hablar de determinados estresores, que tienen que ver con el mundo en que vivimos, con las exigencias, con el ritmo competitivo, con tratar de ascender a cargos más altos y con la sensación de ir como en una carrera a contrarreloj, sensación que se fortalece en el cierre del año”, explicó.
Lic. Silvana Escobares
Los peligros de quemarse por el trabajo
El exceso de estrés y, en especial, su carácter crónico, ocasiona el burnout o el síndrome de quemarse por el trabajo, descubierto por el psicoanalista norteamericano Herbert Freudenberger en 1974. Según la docente de nuestra Universidad, este síndrome presenta una constelación de síntomas, lo que provoca paulatinamente un colapso en quien lo sufre.
“Invade toda la vida de la persona, incluso por fuera de su trabajo. No logra desconectarse, está en estado de irritabilidad constante y comienza a aislarse de los demás”.
Así como hay individuos más susceptibles al estrés, el burnout se asocia con personalidades que presentan rasgos tales como la autoexigencia, el detallismo, la perfección en el trabajo y la incapacidad para saber delegar, entre otros. Por ello, también se lo conoce como el síndrome de la excelencia.
Lejos de entenderse como una responsabilidad netamente individual, Escobares alude a la importancia de los ambientes laborales y al ritmo laboral que muchas veces se quiere imponer en distintas organizaciones. “La distribución del trabajo impacta en el burnout: si esa persona está sola o tiene un equipo que lo acompañe; qué delimitación tienen sus tareas; si los tiempos que se proponen para resolverlas son humanamente posibles. En fin, qué herramientas les da una institución o empresa para que puedan desempeñar su función”.
Cómo combatir el estrés laboral
Si se trata de una conjunción entre las características personales y los entornos laborales, para combatir el estrés laboral se requieren diferentes acciones. Por un lado, un abordaje institucional: “Las organizaciones deben adoptar como parte de su cultura el fomento del trabajo en equipo, el compañerismo, ritmos de trabajo accesibles, no imposibles, y que exista una buena comunicación”, resumió Silvana.
Luego, está el enfoque individual. La encargada de Desarrollo Profesional recomienda no descuidar lo familiar y las amistades, cuyo sostén es fundamental para evitar encerrarse en la vorágine del estrés. “También, ayudan mucho las actividades sublimatorias, como las artísticas, el deporte y yoga. Todo lo que permita salirse de situaciones estresantes o de exigencia”, mencionó.
Para cerrar, destacó que es fundamental poder recurrir a un profesional y tener un espacio terapéutico propio, y señaló que todas las actividades que impliquen fortalecer el cuidado personal deben ser vistas como una inversión: “La persona con estrés piensa que con esto pierde el tiempo, pero es más bien una inversión para escuchar al cuerpo, atender al malestar y a la salud mental”.
Fuente: https://www.ucalp.edu.ar/
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