Las tumbas sin identificar fueron halladas cerca de un viejo internado católico en la provincia de Saskatchewan. Hasta el año 1990 cientos de miles de niños indígenas fueron recluídos contra su voluntad.
Cientos de tumbas no identificadas fueron halladas cerca de un viejo internado católico para indígenas en la provincia de Saskatchewan, al oeste de Canadá, un hecho aberrante que configuraría el más importante de los hallazgos de este tipo hasta la fecha, según informaron medios locales.
El macabro hallazgo tuvo lugar a partir de excavaciones realizadas en una vieja escuela católica en Marieval, en esa provincia canadiense, a fines de mayo luego de que se descubrieron los restos de 215 estudiantes enterrados en otro antiguo internado nativo cercano, el de Kamloops, en Columbia Británica.
La comunidad autóctona Cowessess fue la que notificó el descubrimiento de cientos de tumbas sin identificar, definiendo el suceso como “horrible” y “chocante”.
La Federación de Naciones Soberanas Indígenas de Canadá, afirmó que esa cantidad de tumbas sería “la más significativamente sustancial hasta la fecha en Canadá”.
El jefe de la organización Asamblea de Primeras Naciones, Perry Bellegarde, quien representa a más de 900.000 indígenas, consideró que “es absolutamente trágico pero no es sorprendente”.
Tras el descubrimiento de restos de niños en el hospicio de Kamloops, se iniciaron, con apoyo gubernamental, excavaciones en establecimientos escolares similares en todo Canadá, consignó la agencia de noticias AFP.
Ese descubrimiento reavivó los llamados al papa Francisco y a la Iglesia Católica a disculparse por los abusos y la violencia sufrida por los estudiantes en ese tipo de internados a donde fueron llevados a la fuerza para asimilarlos a la cultura dominante.
En el orfanato de Marieval vivieron niños autóctonos desde 1899 hasta 1997, y fue demolido dos años después y reemplazado por una escuela.
Según una investigación, unos 150.000 niños amerindios, mestizos y enuit, fueron reclutados contra su voluntad hasta la década de 1990, en 139 escuelas residenciales del país donde quedaban aislados de sus familias, idioma y cultura.
Varios fueron sometidos a maltratos o violencia sexual y más de 4.000 murieron, concluyendo que Canadá cometió un “genocidio cultural”.