Antropofagia

El observador errante –

El Canibalismo como consumo de una especie por miembros de la misma especie forma parte de la biología en seres invertebrados, vertebrados, de aves, peces, animales terrestres y como parte de la historia humana (en éste caso llamada Antropofagia).

Durante Siglos se atribuyó al consumo de la sangre humana y otros tejidos, como curativa para ciertas patologías, como por ejemplo la epilepsia; tan es así que hay dibujos de los Siglos XVII y XVIII donde los epilépticos se ponían en fila frente a los condenados a decapitación, con sus vasos o utensilios para proveerse de la sangre del decapitado.

También hay referencias europeas de personas que consumían sangre procesada (generalmente en polvo) para muchas dolencias, y, en algunos extremos hay evidencias que se importaron desde Egipto cadáveres embalsamados para fabricar con ellos determinadas medicinas, a las que accedían generalmente los más adinerados y miembros de la nobleza.

También se registran casos de antopofagia involuntaria, para evitar o postergar una muerte segura por inanición.

Hay frondosa bibliografía sobre todo tipo de canibalismos y antropofagia en especial (ref: hhttps://www.infobae.com/américa/cultura-américa/2017/03/08/la-historia-nuestra-que-el-canibalismo-es-perfectamente-natural).

La antropofagia como práctica humana se ha reducido a un mínimo y, a pesar de las penalidades impuestas aún permanece, fundamentalmente en casos de psicóticos y otros desequilibrios humanos.

Sin embargo, y a pesar del rechazo a esas prácticas, aún vemos distintas variables de antropofagia y muchas variables de su comercialización.

Se ha llegado en nuestra civilización a evitar corrida de toros, se han prohibido carreras de galgos, y, afortunadamente hay una larga lista de logros en esa materia.

Sin embargo, el observador mira aterrado la vocación caníbal crecer desmedidamente en el mundo y particularmente en Argentina, cuando se trata de generar negocios rentables aparentemente respetables…. Entonces desaparece para el ser vulgar la conciencia de estar cometiendo consumo y adicción a la antropofagia, ya que se consume como subproducto amarillo de la cultura, consumo de prensa amarilla y la proliferación de medios proveedores de ése consumo, producto, claro, de las pingûes ganancias económicas que ello produce.

Justamente los medios masivos que podrían colaborar a la diversión, el entretenimiento, la enseñanza y hasta de formación de generaciones mejores para un mundo mejor, tienen una muy mínima, diría imperceptible programación en tal sentido.

Los canales de “enlatados” nos nutren de películas monstruosas donde se nos explica detalladamente toda clase de delitos, adicciones, crímenes, desaparición de personas y son un compendio detallado de brutalidades.

Hay numerosos canales de la grilla con productos de consumo HOT (XXX).

Hay canales dedicados las 24 horas, a la “información” y otros muy dedicados a las vidas privadas de la gente, comenzando por la farándula y … hasta se comentan casos de suicidos o publicaciones íntimas personales y privadas…. Pero eso vende … por un lado genera dinero y por otro distracción de nosotros “la runfla”, mientras se ocultan otras depravaciones privadas y oficiales; “se igual” diría MINGUITO TINGUITELLA.

Estamos ahora en el ciclo menú banquete maradoniano. Acaba de morir uno de los hombres que dio ratos de alegría a los millones de futboleros del mundo y a millones de espectadores azorados por las habilidades del genio.

Mientras vivió hicieron dinero con sus habilidades, con su publicidad, con sus cosas lindas y -sobre todo- con las miserias que podamos tener cualquiera de nosotros.

Es indignante ver a famosos “comunicadores sociales” trabajando como hábiles depostadores de reses, seleccionando cada órgano del trágico fallecido Maradona.

Hay quienes se ocupan de sus rodillas, de sus vísceras (no sólo el corazón), de sus neuronas, de su cerebro, de sus brazos, piernas, tobillos, pies.

También analizan como si fueran expertos psiquiatras, psicólogos, ayudantes terapéuticos y hasta aires de filosofía sus conductas por acción o inacción.

Desmenuzan cada elemento real o cada elemento virtual con aires y dedos acusadores o con piedad salvadora a un hombre que hizo maravillas con su fútbol y muchas más teniendo en cuenta su imposibilidad social de adquirir más educación y más cultura.

Esos mismos que en sus fugaces momentos de estrella era “consultado” sobre “Política”, “relaciones exteriores”, “religión”, “cocina gourmet”, sus relaciones con la “mafia”, con las “mujeres”, con la “sexualidad”…. Todo valía para tener una charla con Maradona.

Llegaron a deidificarlo cuando convenía, así como satanizarlo cuando creyeron oportuno, pero además incidieron sobre el gobierno y los gobernados en “aprobar” o “desaprobar” su velorio y su sepultura (a la que llegaron a llamar “santuario”).

Ahora -como si todavía tuvieran apetito voraz- sigue el banquete maradoniano comiendo las vísceras de sus parientes aún vivos y saludables, con el “interés periodístico” que supone el reparto de su fortuna y sus bienes.

Creen que no es criminal hablar de su vida íntima, de sus hijos, de sus hijos extramatrimoniales, de sus relaciones (reales o ficticias).

Creen que no es criminal condicionar a seres (muchos de ellos aún menores) etiquetando con el sustantivo, adjetivo y verbo Maradona.

Hacen un apostolado de la hipocresía y comen y nos hacen comer seres humanos en nombre de la “libertad de expresión” y “libertad de prensa”.

Entre tanto seguimos comiendo los cadáveres nuestros de cada día, producto de la fatalidad (accidentes, suicidios, homicidios, femicidios, rencillas barriales, y … sigue la lista) o de lo que se aprende en sus programas sádicos o masoquistas.

Predican como veganos y tienen sus heladeras e instalaciones llenas de cadáveres y corrales llenos de quienes son engordados para ser la próxima noticia (en éste caso pueden ser cadáveres o asesinos, es lo mismo para el “sistema comunicacional”).