Las imágenes de la música

Por Elvira Yorio* –

La música, que muy probablemente precedió a la palabra, tiene una gravitante incidencia en todos los seres vivientes…humanos, animales, plantas… Afecta sentimientos, emociones y estimula la creatividad. Estudios científicos han demostrado que posee un poder sanador, puesto que actúa sobre los neurotransmisores, liberando endorfinas y provocando una sensación de bienestar. Es dable comprobar la influencia que ha tenido en grandes pintores. Hay quienes lo atribuyen a la sinestesia, esto es, esa fusión de  los sentidos que replica colores en sonidos y viceversa. Recordamos algunos:

Vasili Kandinsky (1866-1944) fue un pintor ruso que, si bien tomó clases de arte en su niñez, luego estudió economía y derecho en la Universidad de Moscú, en la que se graduó. Ejerció algunos años la profesión y la docencia. De pronto, sintió el llamado del arte que se imponía a las rígidas prescripciones de las normas jurídicas, en las que su espíritu inquieto se resistió a verse apresado. Dicen que hubo dos detonantes, uno: contemplar un cuadro de Monet que percibió como transformador del objeto. Se trataba de “Montón de heno”, perteneciente a una serie de veinticinco, mediante los que el artista demuestra los cambios de un mismo objeto por efectos del color, luces y sombras, en diferentes momentos del día. El otro, escuchar “Lohengrin” de Wagner, le produjo un estado de éxtasis, al punto de ver con su imaginación, una pintura compuesta como una partitura musical. En ese instante tomó la decisión ¡Sería pintor! Lejos estaba de suponer que iba a liderar uno de los movimientos más notables de la historia del arte, la abstracción. Tenía entonces treinta años, viajó a Alemania, donde se conectó con lo más rancio de la vanguardia intelectual, y estudió arte en Munich. Retornó a Rusia, y años después volvió para dirigir la Escuela Bauhaus de Arte y Arquitectura durante varios años (hasta que fue clausurada por los nazis en 1933). Se trasladó a Francia, donde terminó sus días. En prédica constante, escribió varios libros para difundir su particular concepción. Desde su libro “De lo espiritual en el arte” propone despertar lo espiritual en las cosas materiales, habla de lo “composicional” que resulta de la expresión pura del artista, como ocurre en la música. Cita a Wagner y el uso que éste hace del leimotiv para caracterizar un personaje. También menciona a Debussy, en cuyas obras cree percibir el alma disonante de su época. Kandinsky arriba a la conclusión de que “el sonido musical tiene acceso directo al alma” y de ello deduce la estrecha vinculación entre las artes, en especial música y pintura. Establece una relación entre colores, instrumentos y sonidos, muy peculiar. Por ejemplo al rojo le asigna el sonido interno de una trompeta. Explica  que el clarín  puede mostrar los distintos matices del amarillo. Y la posibilidad de extraer tonalidades muy diversas del violín.

Claude Monet (1840) francés, el representante más famoso del impresionismo. Precisamente, tal denominación surgió de su obra  “Impresión, sol naciente” (1872), que implica un quiebre respecto de su anterior estilo, identificado con el realismo. Otro Claude, Debussy, también francés, fue su compañero de tertulias en casa de Mallarmé, y representó en la música, lo que Monet en la pintura. Es impactante por cierto “Preludio a la siesta de un fauno”, con el que logra un clima de sensual poesía, inspirado en una obra de ese escritor. Ello motiva una exhortación de Mallarmé para que pintores y literatos emularan la música apartándose de las reglas rígidas vigentes hasta entonces. Propicia la incursión es espacios oníricos, a través del uso innovador de ritmos y originales estructuras musicales. Ambos se afanaron para crear una atmósfera susceptible de capturar la inmediatez. Uno mediante el empleo no convencional de luces, sombras y su combinación con el color. El otro ignorando las barreras impuestas por la composición musical clásica.  Para encontrar una perfecta correspondencia entre lo visual y lo sonoro, hay quienes sugieren contemplar un cuadro de Monet, escuchando “El mar” de Debussy como música de fondo. El pintor hace jugar el color y sus gradaciones en la composición del cuadro, y el músico emplea el ritmo, determinadas escalas y la disonancia en la suya. No en vano subtituló a la obra: “Tres bocetos sinfónicos para orquesta.”

Vincent Van Gogh (1853-1890) pintor holandés, tuvo una exacerbada sensibilidad que halló su primer cauce en su vocación como pastor protestante. Fue misionero en Bélgica. Precisamente, allí comenzó a dibujar y a pintar, perfeccionando luego su estilo cuando se trasladó a Francia. Se alejó entonces de su labor pastoral. Intentó canalizar su atracción por la música y hasta tomó clases de piano. En esa etapa comparaba pintura y música, en un intento de comprender mejor la gradación tonal. En sus famosas cartas a su hermano Theo, explicaba como percibía el color en relación con la música de Wagner. Claro, el tema no les era ajeno, ya que estando  juntos en París (1887) habían quedado fuertemente impresionados con las óperas de ese autor. Afirmaba:”…al intensificar todos los colores, uno vuelve a lograr la armonía. Sucede algo parecido con la música de Wagner que, aún interpretada por una gran orquesta, no es menos íntima por ello.” En esa intimidad que le deparaba la música, él encontraba consuelo, a tal extremo que aspiraba a que su pintura ofreciera al que la mirara consuelo “como una pieza musical.”  

Es fácil comprobar que uno de los músicos que tuvo mayor influencia en los pintores, fue Richard Wagner. Será porque, como pocos, pudo traducir en sonidos el goce estético implicado en la sexualidad y la muerte, y realizó una indagación sobre la expresión emocional, que no registra antecedentes. Lo cierto es que no solo Kandinsky, Chagall y van Gogh, sino también otros genios de la pintura, acusaron el impacto de su arte. Tal el caso de Paul Cézanne (1839-1906) francés, un pintor al que se suele calificar como posimpresionista. Es famosa su obra en la que le tributa homenaje, inspirada en la obertura “Tanhauser” titulada “Muchacha al piano (1869).                         

En Viena se confiere especial importancia a la música, se la bautizó como la capital mundial de la música. A tal punto, que once  meses del año tienen actividad de conciertos, óperas y recitales. El pintor austríaco Gustav Klimt (1862-1918) enrolado en el modernismo y el art noveau, no permaneció ajeno a esa tendencia, pues su obra pictórica tuvo estrecha vinculación con la música. Participó en la XIV Exposición de la Secessión vienesa (1902) con un monumental friso de treinta y cuatro metros de largo, pintado directamente sobre la pared. Un homenaje a Beethoven que representa, en imágenes dotadas de un fuerte simbolismo, el “Himno a la alegría”. Esa música vibrante que conmovió a tantas generaciones y sigue en permanente vigencia, llevó a Klimt a realizar un recorrido por el significado de lo humano: desde la abyección a la compasión. Lo pecaminoso y al final lo angelical, el triunfo del bien a través del arte, su amorosa plenitud en esa hermandad que pregonaran Schiller y Beethoven. Sí, porque en definitiva son tres las manifestaciones del arte que se entrelazan en excelsa unión. El músico inspirado en el poeta, y el pintor en éstos. Este friso marcaría el comienzo de la fase dorada. Cabe destacar que la obra tuvo críticas negativas, tildándose de pornográfico al autor, pero mereció la laudatoria opinión de Rodin. Lamentablemente, en el presente solo se conservan algunos segmentos de tan magnífica obra. También pintó en  el techo del Teatro de la ciudad de Rijeka, una alegoría de los distintos géneros musicales. Por ejemplo representó la música sacra, en la figura de una mujer que está arrodillada frente a un órgano en actitud de devoción religiosa. Otras obras suyas relacionadas con la música son: la Serie Música,  Música I, Música II y “Schubert al piano” (hechas por encargo para el Palacio Dumba de Viena). Tales composiciones pictóricas  han sido interpretadas como una  descripción sobre la sinergia entre música y pintura, creadora de una experiencia de los sentidos. Su inigualable técnica se evidencia en otras obras con las que ganó enorme popularidad, como “El beso” y magníficos retratos de su etapa dorada, no vinculadas con la música, sino centradas en la figura de la mujer.  

Marc Chagall( 1887-1985) pintor, vitralista, escenógrafo. Cultor del expresionismo, cubismo y el modernismo, se dejó guiar por la música, un motivo de inspiración constante. Esto se manifestó no solo en sus pinturas, sino en su labor como escenógrafo en óperas y otros espectáculos. Autor de  los murales de la Ópera de París, y también del Metropolitan Opera House de Nueva York. La armonía musical pareció trasladarse a sus obras, dibujos en los que puede apreciarse la combinación cromática y también la espiritualización de las formas. Especialmente el violín, instrumento estrechamente ligado a sus ancestros judíos. De sus imágenes parecen emanar vibraciones musicales a través del color. Lo dijo alguna vez: “mis óleos vibran como una sonata y los murales tienen el ritmo de una sinfonía.” Se lo ha calificado como un maestro del color, puesto que supo conferir intensidad al color más allá del color.  Tal vez uno de sus trabajos más significativos haya sido el techo de la Ópera de París, que constituye un homenaje a grandes músicos como Wagner, Mozart, Ravel… Una de sus obras emblemáticas es “El violinista verde”, que recrea la imagen de un  músico sobrevolando los tejados. El abrigo, color violeta intenso, contrasta con el verde definido de la cara. Se ha interpretado que representa a un ser excluido, discriminado, que se eleva a través de la música. La nostalgia judía y su legado cultural, se hace presente en ésta como en otras obras del genial pintor. Intentando indagar el sentido que Chagall confiere al color verde, se ha dicho que intentó simbolizar la nostalgia, otros lo interpretan como disrupción, un sentimiento de enfermedad y tristeza.

Paul Klee (1879-1940) suizo-alemán. Perteneció a una familia vinculada al arte. Su padre, profesor de música, su madre, cantante. Desde muy pequeño reveló especial talento para tocar el violín, a punto tal que a los once años integró la Orquesta Municipal de Berna e inició una carrera como exitoso concertista. Sin embargo, siendo todavía un adolescente, se trasladó a Munich para estudiar pintura. Como él mismo lo reconocería más adelante, sentía que existía un paralelismo entre música y arte plástico. El escritor Hausenstein dijo que “Klee es en general más comprensible para la gente de la música: como es un violinista que toca Bach y Handel, la música del mundo se convirtió en su compañera y en una parte de su arte…” Por su parte, el músico chino Tan Dun, compuso una sinfonía en honor de Klee que títuló:” Muerte y fuego, diálogo con Paul Klee” (1992) mediante la que intentó representar la interacción de las obras del pintor con su música. Tal vez lo más llamativo de la obra de Klee sea su pareja maestría para expresarse en diversos estilos, empleando diferentes técnicas. Así se lo ha considerado exponente del realismo geométrico, cuanto del cubismo y de la abstracción. De hecho conoció a Kandinsky, con quien tuvo una estrecha relación. Como él, dictó clases en Bauhaus. En “Fuga en rojo” (1921), “Polifonía en rojo”, “La máquina del canto de los pájaros”, ”12 notas de color” y “Cuerdas que resuenan”, el artista explora las técnicas propias de la música, aplicadas a la pintura. Si la fuga  combina un tema dominante y lo complementa con otros, como lo hiciera Bach (Fugas y Chacona), él replica esa modalidad en su obra, logrando demostrar la organización del color a la manera de una composición musical.

Mucho más podría decirse de esta retroalimentación entre las  distintas artes, que se ha verificado siempre para originar maravillosas obras. Imposible citar siquiera a todos los creadores que se inspiraron en otros, permitiendo la reinterpretación y renovación de contenidos en permanente superación.       

Etimológicamente, música tiene origen en el vocablo griego musiki, que significa:todas las artes. Pintores, músicos, escritores…personifican  el talento y la sensibilidad humanas, traducida en obras que acompañarán siempre a las personas empeñadas en buscar valores éticos y estéticos para mejorar la vida. Como lo dijo Paul Auster, carecer de arte equivale a la muerte espiritual.           

*Colaboración para En Provincia.           

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