
Por. R. Claudio Gómez –
¿Puede desplegarse una profunda mirada sobre el sentido de la vida y de la muerte en un pequeño teatro? La respuesta es: Sí, puede. La prueba, el trabajo que acabadamente llevan adelante las actrices de Chimbolero, en la horizontal y prestigiosa sala del Altillo del Sur (1 y 67) de La Plata.
Esta ciudad está llena de sucesos inesperados y es por esa razón que siempre los estamos aguardando, esperando que el arte llegue a nuestros espíritus en una esquina insospechada. La Cultura en La Plata sigue en manos de sus habitantes. Lo verdaderamente popular continúa en propiedad de la gente.
Por ello, a trasmano de ofertas pretenciosas y caras, en el Teatro Independiente local todavía perdura la aventura germinal de vernos a nosotros mismos en una representación teatral. Chimbolero es eso. No en vano, antes que comience la función, los organizadores previenen que “hay que apagar los celulares y no saludar a las actrices, aunque ustedes sean sus amigos o vecinos”.
Tan próxima al alma, Chimbolero no necesita de una seriedad exagerada para trazar referencias simbólicas bien nuestras. Unas pocas luces, los colores del vestuario, las voces de la memoria construyen el devenir de la obra. Con un estilo mesurado, siempre próximas al público, la identificación con la situación personal que plantea cada escena es inevitable. La puesta es veloz y rigurosa; nunca pierde ritmo. Al final, el público se queda con las ganas de seguir viendo esas disparatadas circunstancias que, acaso, sean parte de su propio e inevitable destino.
Este sábado, a las 21. Con la dirección de Liliana Perdomo y las actuaciones de Silvia Valentini, Fernanda Varano y Luciana Vivas. Buena salud para el Teatro Independiente.
Fotografías: En Provincia.