El Shincal de Quimivil, el corazón incaico que late en Catamarca

Por Guillermo Cavia –

En el silencioso valle de Londres, donde el viento acaricia los cerros y el sol parece detenerse a contemplar la historia, se alza uno de los tesoros arqueológicos más imponentes de Argentina: El Shincal de Quimivil.

Se ubica a solo cinco kilómetros del casco urbano, este sitio incaico emerge como testimonio vivo de un pasado que aún resuena entre piedras, rituales y memoria ancestral.

Dalia, es una de las guías del sitio y cuenta la historia con sabiduría, sintiendo la pertenencia al lugar. Mientras camina por los senderos cuenta que fue “construido entre 1471 y 1536, El Shincal fue una de las capitales administrativas del Kollasuyu, el cuarto más austral del vasto Imperio Inca. Con más de 30 hectáreas de estructuras de piedra, el sitio sorprende por su planificación urbana, su sofisticado sistema hidráulico y su profunda conexión con el cosmos. Dos ushnus —cerros ceremoniales artificiales— se alinean con los solsticios, marcando el calendario solar que guiaba la vida espiritual y agrícola de los pueblos originarios”.

Caminar por sus senderos es recorrer plazas, viviendas, almacenes y templos que aún conservan la impronta de una civilización que supo dominar la arquitectura, la astronomía y la organización social. La cerámica incaica, que representa casi la mitad de los hallazgos en el sitio, revela una presencia intensa y duradera, rara vez vista fuera de Perú.

Pero El Shincal no es solo ruina y piedra. Es también resistencia. En 1536, Diego de Almagro lo ocupó brevemente en su paso hacia Chile. Años después, los pueblos calchaquíes lo defendieron con fiereza hasta su destrucción en 1636. El sitio permaneció oculto durante siglos, más tarde a través de investigaciones arqueológicas lo devolvieron al mapa y al alma de Catamarca.

El sitio sigue siendo investigado y en la región siempre hay nuevos hallazgos que deslumbran, como lo hace toda la provincia de Catamarca.

Hoy, el visitante puede recorrerlo acompañado por guías locales como Dalia, que narran su historia con pasión y respeto. El centro de interpretación ofrece una mirada profunda al legado incaico, mientras que todo allí invita a prolongar la estadía.

Cada 21 de junio, durante el Inti Raymi, el Shincal se transforma en escenario de una ceremonia ancestral que convoca a comunidades indígenas, turistas y curiosos en un homenaje al sol y a la tierra.

El Shincal de Quimivil no es solo un sitio arqueológico. Es un puente entre el pasado y el presente, entre la piedra y el espíritu. Un lugar donde la historia no se lee: se respira.

Fotografías: En Provincia.