El Pac-Man y el estructuralismo: qué nos dicen los videojuegos sobre su época?

Profesor Por Dr. Luis Sujatovich* –

¿Puede un videojuego representar una época? Aunque desde el fin del romanticismo ya no se cree que un período histórico pueda definirse por características comunes que se repitan en distintas geografías, aún es posible identificar elementos culturales —como la moda, la música o las ideas políticas— que nos orientan hacia determinadas décadas, especialmente a partir del siglo XX.

Sin embargo, analizar un videojuego no consiste simplemente en organizar una línea de tiempo con lanzamientos o en listar las principales plataformas. Este enfoque carece de profundidad analítica. Las estadísticas por sí solas son insuficientes sin una interpretación que les dé sentido. Aquí es donde las ciencias sociales resultan indispensables: aunque no generan los datos, ofrecen herramientas para comprenderlos en su contexto.

Pac-Man: un reflejo estructuralista de los años 80

Lanzado en 1980, Pac-Man se convirtió en uno de los videojuegos más exitosos de su época, con más de 200 mil unidades vendidas en arcade, las clásicas cabinas con pantalla y controles que funcionaban con fichas. Cualquier salón de videojuegos que aspirara a atraer público debía contar con al menos una de estas máquinas.

Pese a su popularidad, la mecánica del juego era relativamente simple: el jugador debía mover al personaje principal para comer puntos y evitar ser atrapado por los fantasmas. Las reglas no ofrecían posibilidad de cambio, y aunque existía un momento especial en el que los fantasmas podían ser devorados, los roles seguían estrictamente definidos.

Este diseño puede interpretarse como un reflejo del pensamiento estructuralista, una corriente filosófica y metodológica con gran influencia en Europa desde la década de 1960. Aunque no hay evidencia de que el programador Shigeo Funaki fuera un defensor del estructuralismo, es notable cómo el juego se ajusta a sus principios: un sistema cerrado con reglas preestablecidas donde los elementos funcionan en relación entre sí.

Cabe señalar que, para 1980, el estructuralismo ya había perdido fuerza como paradigma teórico, aunque su influencia aún resonaba en diversas disciplinas. Esto nos recuerda que no todas las ideas que emergen a lo largo de nuestra vida son contemporáneas en el sentido estricto; nuestra interacción con ellas depende del contexto y de nuestra posición dentro de la sociedad.

Videojuegos actuales y el paradigma de la incertidumbre

Si trasladamos este análisis a los videojuegos actuales, podemos identificar un cambio significativo. Los títulos de “mundos abiertos”, que lideran los récords de ventas, ofrecen una experiencia muy distinta: son espacios donde los jugadores tienen libertad para explorar, decidir y construir sus propias narrativas.

Este tipo de juegos refleja el “paradigma de la incertidumbre”, propuesto por Edgar Morin, que caracteriza la época actual. En lugar de seguir reglas estrictas o roles fijos, los jugadores actuales se sienten atraídos por la posibilidad de crear trayectorias únicas que representen más su identidad que los objetivos predeterminados del juego.

No es casual que esta tendencia esté alineada con el individualismo posmoderno. Los videojuegos actuales no solo desafían al jugador a superar obstáculos, sino que le ofrecen la oportunidad de convertirse en el creador de su propia experiencia. Este cambio refleja un contexto cultural donde la personalización y la autonomía se valoran por encima de la repetición de patrones preestablecidos. Así, los mundos abiertos no solo entretienen, sino que también ponen en escena los valores y tensiones de la sociedad contemporánea.

*Investigador – Profesor Universitario – UDE – Universidad Siglo 21 –

Imagen: https://www.pexels.com/es-es/foto/tecnologia-palanca-de-mando-joystick-sala-de-juegos-22763607/