Imilla Skate, las “cholitas” que reivindican sobre ruedas a sus ancestras y a la agenda feminista

Por Jaime Iturri Salmón para la Agencia de Noticias Télam –

Homenajean a sus ancestras vistiendo las polleras de sus madres y abuelas, y aunque llevan varios años arriba de una tabla, fue a partir del 2019 cuando comenzaron a practicar skate para reivindicar la inclusión de las mujeres en un deporte que supo estar reservado a los varones.

Imilla Skate se llama ese grupo de mujeres skaters bolivianas que también fomenta el deporte extremo femenino. Imilla, palabra que existe tanto en aymara como en quechua, dos de las lenguas habladas en el país vecino, es el equivalente a “piba” en la Argentina y “garota” en Brasil. Con una diferencia: se lo ha utilizado de modo frecuente como un insulto racista puesto que se refiere en particular a chicas de origen indígena. En ocasiones, el adjetivo es usado entre los mestizos pero no entre quienes se reclaman blancos.

“La pollera es empoderamiento. Mi madre no quería que patine porque era una actividad de los varones. Mi abuela dejó de usar la pollera por problemas de salud. Pero ahora las dos están orgullosas de que lo hago”

María Belén Fajardo

Las cosas han cambiado en la Bolivia plurinacional y en la cual aparece con fuerza una tendencia a la reivindicación de los orígenes étnicos, en particular entre las mujeres.

“La pollera es empoderamiento. Mi madre no quería que patine porque era una actividad de los varones. Mi abuela dejó de usar la pollera por problemas de salud. Pero ahora las dos están orgullosas de que lo hago”, señala a Télam María Belén Fajardo, quien con sus 21 años es la menor de las Imilla Skate.

Y cuenta que el grupo tiene nueve integrantes, quienes se conocieron mientras disfrutaban del Parque Mariscal Andrés de Santa Cruz, en la ciudad de Cochabamba, ubicada a unos 380 kilómetros al suroeste de La Paz. “Después de mucho charlar -añade- llegamos a la conclusión de que era necesario agruparnos y patinar con pollera para mostrar un mensaje de inclusión”.

Foto Gentileza Jorge Abrego
Foto: Gentileza Jorge Abrego

La socióloga Silvia Rivera sostiene que las comunidades indígenas en Los Andes decidieron, por un lado, transar con la colonia y, por otro lado, mantener vivas sus costumbres, su idioma y su cosmovisión. Su resistencia.

En materia de vestimenta, los varones se occidentalizaron y suelen vestir trajes o pantalones vaquero como cualquier ciudadano europeo. Pero no así las mujeres, quienes mantuvieron los mismos vestidos desde hace siglos y enseñaron las lenguas originarias a sus hijos desde el momento en que les daban de mamar.

Sin embargo, vestir pollera, que en Los Andes es un tipo particular de falda usado sólo por mujeres indígenas y que a pesar de su origen colonial es considerado un símbolo indígena, es mucho más caro que lucir pantalones y remera por eso las nuevas generaciones visten como el resto de los jóvenes.

Sin embargo, es creciente la tendencia a volver a esas ancestrales prendas de vestir. De hecho, en esas coordenadas sociales se inscribe la decisión de las Imilla Skate de practicar deporte vestidas como sus ancestras.

La primera presentación pública del colectivo ocurrió el 7 de abril de 2019, en ocasión del Día del Peatón en Cochabamba. A partir de entonces, filmaron sus actividades, armaron su sitio web y concitaron la atención de medios internacionales, como la National Geographic.

Elinor Buitrago (24) está casada con otro skater, con quien tiene dos niños de un año y diez meses. Los pequeños aprendieron a caminar al año y poco después ya estaban queriendo subirse a la tabla. Elinor dice que es porque veían a sus padres patinar. “Tienen rodilleras y coderas y ya empiezan a hacerlo”, dice sin ocultar su orgullo.

“Surgimos como el primer grupo boliviano de mujeres que motive a las niñas a practicar este deporte”, indica a Télam. Y agrega. “Aquí, en Cochabamba, la mujer de pollera representa la lucha y la cultura”.

“Nos sentimos mal por la discriminación a la mujer de pollera y por eso quisimos mandar un mensaje”, completa María Belén tras rememorar que, tras el Golpe y durante el Gobierno de facto de Jeanine Áñez Chávez, Resistencia Juvenil Cochala, un grupo de choque de los golpistas, prohibió el ingreso de mujeres indígenas a la ciudad.

“Antes del gobierno del MAS (Movimiento al Socialismo, que lidera el ex presidente Evo Morales) no se tomaba en cuenta a las mujeres con polleras”, afirma Elinor Buitrago. “No hay muchas mujeres de pollera que trabajen en los bancos o en las oficinas y esto es algo que queremos cambiar”.

Foto Gentileza Jorge Abrego
Foto: Gentileza Jorge Abrego

“Patinar es sentirnos libres”, coinciden las tres entrevistadas. Y dicen lograrlo pese a la pollera dificulte la práctica de skate porque no permite ver los pies, algo indispensable en este deporte. Sin embargo, como señala Fajardo, “ayuda a amortiguar los golpes en las caídas”.

Casi una metáfora de una vestimenta que es a la vez identidad pero también protección, contra el frío y contra la discriminación. Casi una bandera, como la whipala para la inclusión. Un sueño que requiere de mucho equilibrio como lo es patinar sin caerse y lucir polleras libertarias al viento.

Foto Gentileza Jorge Abrego
Foto: Gentileza Jorge Abrego