La ciudad que se piensa a sí misma

Por Aylin* –

La Plata cumple años y, como cada aniversario, la pregunta vuelve: ¿qué significa habitar una ciudad que nació con vocación de proyecto? Desde su fundación en 1882, La Plata se pensó como un laboratorio urbano, con sus diagonales que desafiaban la cuadrícula, con sus plazas que abrían respiros en la trama, con su universidad que se convirtió en faro intelectual.

Hoy, en un tiempo de tensiones y transformaciones, la ciudad nos recuerda que no basta con celebrar el pasado: hay que interrogar el presente. ¿A quién pertenece La Plata? ¿A sus instituciones, a sus memorias, a sus habitantes que la recorren y la reinventan cada día?

El aniversario es entonces más que una efeméride: es un gesto de pertenencia. Es la oportunidad de reconocer que la ciudad no es sólo arquitectura ni historia, sino también afecto, comunidad y disputa de sentidos. La Plata cumple años, pero también nos invita a cumplir con ella: a sostener su vocación de cultura, de debate y de futuro compartido.

La Plata como territorio cultural

No es casual que la ciudad haya sido cuna de movimientos artísticos, de debates políticos y de proyectos educativos que marcaron generaciones. Sus teatros, sus cafés, sus facultades y sus calles diagonales han sido escenario de encuentros que definieron modos de pensar y de sentir. La Plata es, en ese sentido, más que un espacio físico: es un territorio cultural que se expande en cada gesto cotidiano, en cada marcha, en cada festival, en cada libro que circula por sus bibliotecas.

Celebrar su aniversario es también reconocer esa trama invisible que une a quienes la habitan. Porque la ciudad no se sostiene sólo en sus edificios emblemáticos, sino en las prácticas que la mantienen viva: la conversación en la plaza, el ensayo en una sala de barrio, la investigación en un laboratorio universitario.

La ciudad que nos interpela

La Plata nos interpela porque es, al mismo tiempo, proyecto y memoria. Nos recuerda que toda ciudad es un pacto entre generaciones: quienes la fundaron, quienes la transformaron y quienes hoy la habitan. Ese pacto se renueva cada aniversario, y nos obliga a preguntarnos qué ciudad queremos construir hacia adelante.

En tiempos de incertidumbre, La Plata nos ofrece una certeza: que el espacio urbano puede ser también un espacio de comunidad, de resistencia y de imaginación. Que sus diagonales no son sólo un rasgo arquitectónico, sino una metáfora de los múltiples caminos que podemos tomar para pensar el futuro.

*Colaboración para En Provincia.

Fotografías: Archivo Web.