Entre los atractivos turísticos que tiene la provincia de Buenos Aires, destacan Campanópolis y Castelforte, dos estructuras que rememoran el ambiente medieval en los distritos de La Matanza y Almirante Brown respectivamente, por sus imponentes construcciones, con estilos de diversas épocas, todas con su encanto, misterio y espíritu particular.
La aldea Campanópolis está formada por un grupo de construcciones unidas a través de callejuelas adoquinadas, pasajes, recovecos y lugares secretos que representan estilos diversos del medioevo europeo.
Emplazada en González Catán, a 30 minutos de la ciudad de Buenos Aires, Campanópolis representa la creatividad de su creador Antonio Campana, quien hace más de cuarenta años encontró en su construcción un pasatiempo para paliar las consecuencias de una dura enfermedad que le tocó atravesar.
Tras el fallecimiento de Antonio, su hijo Oscar quedó al frente de la aldea, que es visitada por turistas de todas partes.
“Mi padre tuvo un problema de salud bastante grave y, sin ser arquitecto, comenzó a construirlo. De su obra, siempre se destaca la perseverancia con la que la construyó y el hecho de haberlo logrado sin un plan previo ni arquitectos a su lado”, contó Oscar.
En la aldea se pueden recorrer las doce “Casitas del bosque”, rodeadas de fuentes, lagos, puentes de quebracho, pequeñas islas, muelles, un molino de viento holandés, una capilla colonial y una locomotora con vagones.
Además se puede visitar el museo de “Las Rejas” o “Ferroteca”, el pasaje del Búho, el “Museo de los Caireles”, el cabildo, la “Cascina”, la casa Proa de Barco y numerosos espacios secretos.
Por otro lado, en 1874 el arquitecto genovés José Canale, inició la construcción de su propia casa. La misma, emplazada en el distrito bonaerense de Almirante Brown, es de estilo italiano y se la conoce como “Villa Castelforte”.
La obra está inspirada en un palacio de estilo bizantino, construido en el siglo XIII en Venecia, donde había vivido unos años, y la edificación, de la cual sólo se conserva la parte llamada “Venezia”, está emplazada en el medio de un parque limitado por las calles Cerreti, Brown y Rosales, protegida por una combinación de muros y rejas.
En 1983, Castelforte fue adquirido por sus actuales dueños, la asociación sin fines de lucro “Nativos de Almirante Brown”, que evitaron la destrucción del gigante en 1947 por considerarla una reliquia histórica “inigualable”.
En cada uno de sus ambientes el castillo guarda secretos, aquellos que pertenecieron a las familias Canale y Adrogué, que por algún motivo desconocido diseñaron un lugar de gran magnitud bajo tierra.
Oscar Rincón, presidente de la asociación que tiene alrededor de 800 socios, contó que la premisa es “defender las raíces a través de un museo localista que antes de la pandemia podía visitarse cada viernes”.
“El Castillo lo es todo”, dijo Rincón y destacó la curiosidad que despierta la construcción entre los más pequeños: “eso es lo que nos queda ante la modernidad que avanza, defender la historia y el patrimonio”.
Uno de los máximos atractivos de Castelforte son los túneles que construyó el propio Canale, y si bien hoy no tienen su extensión original de 100 metros iniciales, los 50 que aún conservan atrapan a los turistas y son escenario de miles de historias.
Rincón relató que, según cuentan, “Canale recorría los 100 metros que lo depositaban en la plaza para lanzar cañonazos en fechas patrias, aunque todo indica que la idea de la obra fue recrear las catacumbas”.
Otra versión sostiene que el túnel unía Castelforte con el hotel Las Delicias, también construido por Canale a pedido de Adrogué, un lugar muy conocido porque el escritor Jorge Luis Borges lo elegía para veranear.