
Los termos en Argentina son una necesidad porque la mayoría de las personas los usan para mantener el agua caliente, indispensable para tomar mate.
Hay empresas con más de 80 años en el país, termos antiguos que han superado todas las vicisitudes y siguen intactos. Pero los de última generación distan de esa posibilidad y se rompen en forma permanente.
Los termos están bajo la increíble paradoja que no resisten el agua caliente. Sucede, de forma muy frecuente, que al ingresar el agua al termo, estos explotan, literalmente. Tampoco soportan la presión y suelen explotar una vez que son cerrados, ocasionando el grave problema del agua caliente que se esparce por doquier y puede causar quemaduras.
Un termo varía su precio, pero ese hecho no tiene condicionamiento alguno con la durabilidad. Es lógico que si un termo se cae puede romperse, pero no lo es que explote, por el hecho de tener agua caliente, porque justamente, esa, es su misión.
En Provincia trató de comunicarse con una empresa líder en el mercado:
https://www.lumilagro.com.ar La respuesta para conseguir una explicación de la empresa, la da una máquina contestadora, que sugiere hay que escribir al correo de contacto.
Claramente los controles de calidad están fallando porque la explosión de los termos se dan de forma repetida y generan el desprestigio de las empresas que respaldan el producto.
En los últimos cinco años se ha registrado un aumento del uso de termos para mate y, si bien los de vidrio siguen siendo los más utilizados (por más de un 65%), los de acero inoxidable tuvieron un crecimiento significativo, alcanzando alrededor del 35%.
Sin embargo, el problema es que todavía hay un gran desconocimiento por parte de la gente sobre la existencia de termos de acero que están fabricados con materia prima prohibida por legislaciones nacionales e internacionales, provenientes en su mayoría de Oriente (principalmente China), y que son perjudiciales para la salud.
Un informe técnico elaborado en 2008, y actualizado en 2014, por la Jefa de la Unidad de Toxicología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, Elda Cargnel, había demostrado que las impurezas de estos productos superaban, en algunos casos, en un 100% lo tolerable según las legislaciones vigentes.
Además, como el material con el que están fabricados es poco resistente a la corrosión que produce el agua caliente, con el uso habitual comienzan a transmitirse impurezas al líquido. Esto genera un alto riesgo de originar afecciones en chicos y grandes.