Alejandro Sabella, la historia de un “tapado”

Dr. Martín Zuccato

La palabra “tapado”, alude popularmente a dos situaciones. En la primera, un “tapado” es alguien muy bien preparado para algo, que llega sin llamar la atención algún desafío, sin que los demás participantes conozcan sus cualidades, y que finalmente, al participar, asombra y hasta vence a sus contrincantes, que así han sido sorprendidos por las dotes del “tapado”.

Pero también es un “tapado” aquel virtuoso que aún no ha tenido la oportunidad de desarrollar todo su potencial, ya sea por modestia, o porque está eclipsado por la existencia de alguien con más notoriedad.

Lo bueno de los “tapados”, es que finalmente se destapan. En ambos sentidos, Alejandro Sabella fue un tapado.

Sabella era futbolista que ocupaba el puesto del N° 10, -siendo diestro se habituó a utilizar la izquierda regularmente, para lograr así una ventaja en su posición-, que se inició profesionalmente en las inferiores del club River Plate, debutando en 1974 en primera división. Su ídolo era el legendario delantero xeneize Ángel Clemente Rojas, cuya gambeta y movimientos admiraba.

No obstante ser un destacado mediocampista, en su mismo puesto brillaba en ese momento otro astro del balón, Norberto “Beto” Alonso, cuya popularidad era imbatible aún para un habilidoso como Sabella.

Durante 4 años se desempeñó en River, nunca logró la titularidad. Estaba tapado. Pero entonces, en 1978, Argentina obtiene el campeonato del mundo. Y allí sucede un hecho que tuerce los destinos de Alejandro Sabella…y del fútbol argentino. En efecto, al culminar el mundial, los ojos del mundo se posaban sobre los jugadores argentinos.

Así, una delegación de dirigentes de los clubes ingleses Tottenham Hotspur y Sheffield United, llegaron a Buenos Aires para comprar futbolistas locales, asesorados por su representante argentino, el ex Boca Antonio Rattín.

Los del Tottenham cerraron trato con los mundialistas Ardiles y Villa, pero el Sheffield, un equipo muy antiguo –sin duda uno de los padres del fútbol- que jugaba en la segunda división inglesa, contaba con menos presupuesto, aunque con mayor osadía. Su intención era contratar nada menos que a Diego Armando Maradona, que en ese momento contaba con 17 años.

La genial idea, recomendada por Rattín, estuvo cerca de prosperar, pero finalmente fracasó. Entonces, los del Sheffield, se llevaron a otro 10 a las brumosas islas: Alejandro Sabella, quien se convirtió así en el primer argentino en debutar en el fútbol inglés.

Su paso por el Sheffield fue brillante y llenó de satisfacciones a sus dirigentes y a su hinchada, quienes cantaban “Alex Sabella is Magic”.

Del Sheffield pasó a otro equipo inglés, el Leeds United, donde también se destacó. Pero aún así, los diarios Argentinos solo hablaban de los mundialistas Villa y Ardiles.

El hombre, que sin duda ya había triunfado desde la óptica de cualquier jugador de fútbol, en realidad aún tenía mucho más para dar. Aún seguía tapado.

Pero alguien había visto su potencial, y en las navidades de 1981 lo fue a buscar para repatriarlo, con solo dos mil dólares en el bolsillo. Un argentino que sabe de fútbol y de ver lo que pocos pueden ver: Carlos Salvador Bilardo, quien en una asombrosa operación logró comprar el pase de Sabella en sólo 120.000 Libras, cuando la base del jugador era de 400.000 Libras Esterlinas. Para ello, con excusas “bilardeanas”, sólo dejó de seña los dos mil dólares que poseía, todo el capital con que contaba, razón por la cual fue Sabella quien tuvo que pagar los dos pasajes de regreso a la Argentina.

Una vez en el país, integró el famoso mediocampo pincharrata, junto con Russo, Ponce y Trobbiani, con el que el equipo platense obtuvo los campeonatos Metropolitano 1982 y Nacional 1983, donde “Pachorra” Sabella se lució en todo su esplendor y colaboró grandemente con esos triunfos y con las novedades que introdujo el “Narigón” Bilardo en el fútbol local, con un equipo de buen pie, donde Sabella podía explayar su exquisita calidad.

“Jugá en inglés”, le gritaba el D.T. desde el banco a Sabella, para alejarlo de la tentación de toda rusticidad.

Cuando Bilardo se hizo cargo de la Selección de fútbol de Argentina, Sabella jugó sólo cuatro veces para el equipo nacional y no logró ser convocado para la Copa Mundial de de 1986, porque fue nuevamente tapado, esta vez por Diego Armando Maradona, el mejor jugador del siglo XX.

Más tarde, “Pachorra” continuaría su carrera en el Gremio de Porto Alegre, en Ferro Carril Oeste, para terminar repentinamente su carrera en México, en 1989.

Allí comienza una segunda etapa en la vida de Sabella, ya que se convierte en asistente técnico de su amigo Daniel Passarella, con quien había debutado en River Plate.

Su carrera en este nuevo rol es impresionante: se desempeñó en River, en las selecciones Argentina y Uruguaya, y en equipos de Italia, Brasil y México.

Sin embargo, seguía siendo un “tapado” para el gran público, a la sombra esta vez de la gran figura de Daniel Passarella.

Pero a la edad de 56 años, en 2009, cuando muchos entrenadores comienzan a retirarse, el “Mago” Sabella tuvo la oportunidad de independizarse y de realizar su primera experiencia como D.T. principal, ya que es convocando para tal rol por Estudiantes de La Plata. Alejandro decide aceptar, no sólo porque su amigo y jefe –Passarella- lo libera para dedicarse a su candidatura a la presidencia de River, sino por el gran amor que sentía por el club platense, después de su inolvidable paso en la década del ’80. “En realidad ya no sé cuándo nací. Si nací en el 54’ cuando me parió mi madre, o nací en el 82’ cuando llegué a Estudiantes”, declaró Alejandro Sabella hace un tiempo.

Y así Sabella llega a dirigir como figura principal por primera vez un equipo de fútbol, sorprendiendo a la misma hinchada pincharrata que, justo es decirlo, lo recordaba como un 10 exquisito pero poco sabían de su calidad como D.T. Sin embargo, Sabella en poco tiempo demuestra su extraordinaria preparación, logrando armar un equipo ultraganador, alzándose con la edición N° 50 de la Copa Libertadores de América de ese mismo año 2009, en una final memorable, de visitante contra el Cruzeiro, en el estadio Mineirao de Belo Horizonte.

El Estudiantes de Sabella había obtenido la copa más importante de América en su primera experiencia como D.T., a pesar de que antecedentes no le faltaban: como futbolista la disputó cuatro veces, dos con la camiseta de River, y dos con la de Estudiantes. Además, como ayudante de Pasarella, participó dos veces más de esta competencia, sin lograr el éxito.

También, en ese vertiginoso 2009, el equipo Pincha de Sabella perdió por apenas dos minutos la posibilidad de ganar el Mundial de Clubes nada menos que contra el mejor Barcelona de todos los tiempos.

Es imperdible para todo amante del fútbol el video que circula en Youtube con las explicaciones de Alejandro sobre el modo en que anuló y casi derrotó al equipo catalán: https://youtu.be/AnUkSnicSaQ

Y así, también muy rápido, como si supiera que se iba a ir aún joven, Sabella logra con Estudiantes ganar también el Torneo Apertura 2010. Luego de eso, abandona la Dirección Técnica de Estudiantes de La Plata en forma tan sorpresiva como había llegado.

Pero aún le faltaba sacarse la última tapa, dar la última sorpresa para los incrédulos o poco observadores: Dirigir la Selección Argentina, a la que fue catapultado cuando sus éxitos demostraron que era uno de los mejores D.T. del momento.

“El día que perdamos la humildad habremos puesto el primer ladrillo para construir el edificio de nuestro fracaso”, era una de sus frases de cabecera, inspirada en Mahatma Gandhi.

Quizás por eso, Alejandro no era el favorito de los medios, su perfil bajo, su personalidad poco estridente, no lo hacían televisivo, y por ello el gran público volvió a sorprenderse con su nombramiento como D.T. de la Selección Argentina, a pesar de sus recientes y de sus antiguos laureles, que aún seguían siendo tenazmente desconocidos hasta por supuestos expertos en la materia: “No conozco a Sabella; ¿para qué lo trajeron?… Sólo vi que dirigió Estudiantes y que antes fue ayudante de Passarella … Sabella no es colega mío, porque no lo conozco. De Sabella no tengo un juicio y no sé más que este equipo de Estudiantes, no lo escuché hablar nunca, porque no conozco sus ideas. Entonces, es muy difícil que emita una opinión”, declaró César Luis Menotti, en septiembre de 2011. En esa misma entrevista, el ex técnico señaló que “Esta es una carrera muy dura. Hay que estudiar, prepararse, aprender y escuchar”. Eso, justamente, es lo que había hecho el recién designado durante toda su vida.

Sabella asumió el 5 de agosto de 2011, y dijo: “Allí tenemos a la bandera, creada por Manuel Belgrano (señalando la bandera argentina que estaba a su lado). El dio todo por la Patria, dejó su sueldo, murió pobre. Es el ejemplo a seguir: el de poner el bien común por encima del individuo”.

La excelente performance de Argentina en el mundial de fútbol de Brasil 2014 es hoy en día conocida por todos. Pero deben destacarse algunas virtudes quizás poco observadas de esa dirección técnica: la extraordinaria capacidad de cambiar y evolucionar que tuvo ese equipo, de no manejarse con esquemas rígidos, sino más bien adaptados artesanalmente a cada rival, de cambiar varias veces de esquema, incluso durante el mismo partido, todo lo cual era producto de la lucidez del D.T. para analizar a los rivales, sin temerles ni menospreciarles. La mejor muestra de ello es el planteo que realiza en el partido contra Holanda, subcampeón del Mundial 2010 que había derrotado, y por 5 a 1, nada menos que a España, el último campeón mundial. El esquema de Alejandro logró anular y dejar sin espacios a los temidos jugadores “naranjas” Robben, Sneijder y Van Persie, para de ese modo, desempate por penales mediante, llegar a la ansiada final con Alemania.

No es este el lugar para recordar esa final, pero si para destacar que la del mundial 2014, fue una de las 5 finales del mundo que disputó Argentina (Italia disputó 6, Brasil 7 y Alemania 8), y para volver a sentir todo lo que ese campeonato 2014 nos hizo disfrutar a los argentinos, especialmente a los jóvenes que nunca habían visto a la selección en estas instancias definitivas, ilusionados con un posible campeonato mundial.

Al regresar al país, Alejandro habló de dignidad y de respeto: “Sino es la bandera, porque estamos hablando de fútbol, es la camiseta. Y sino es la camiseta de la Selección, es el grupo de los jugadores. Y sino es el grupo, los habitantes del suelo de nuestra patria. Que respiran fútbol las 24 horas del día. Nosotros somos representantes de sus sueños e ilusiones…no nos podemos olvidar nunca de la gente…seamos dignos en la victoria y en la derrota”.

La por entonces Presidente de la República Argentina declaró en el discurso de bienvenida a esa selección subcampeona “…la verdad, les taparon la boca a muchos que no creyeron en ustedes…”. La última tapa de Alejandro Sabella, había caído.

Se ha ido un hombre diferente, responsable, distinto, que era alabado tanto por Lionel Messi como por sus vecinos de Tolosa, que no tenían más que tocar el timbre de su casa para obtener un autógrafo o una palabra, que asistió a su vecindario en la trágica inundación de La Plata del año 2013, que se arrepentía de no haber terminado sus estudios de abogado, que era reconocido por su erudición, por su compromiso social y por su amor a la patria.

Un hombre que hablando de esperanzas, una vez dijo a sus jugadores: “Miren al cielo, busquen una estrella y ponganselá en el pecho.” Y con estas palabras consiguió llegarle no solo a estos 22 hombres, sino a 44 millones de argentinos, que finalmente lograron valorarlo tal y como se lo merece.