Actualidad de la prensa raquítica del siglo XXI

Por R. Claudio Gómez –

El próximo 7 de junio se celebrará en el país el Día del Periodista. En la fecha, se conmemora la salida de la Gazeta de Buenos Ayres, fundada, entre otros patriotas, por Mariano Moreno, en 1810. Como secretario de la Primera Junta de Gobierno, Moreno instruyó la creación de un órgano de difusión patrio que diera cuenta de las actividades de la flamante organización a cargo de Cornelio Saavedra, presidente, y, a la vez, convocara a la población a acompañar la gesta revolucionaria.

No es un error considerar un tercer objetivo en el periódico de Moreno: la necesidad de contar con un instrumento político que defendiera su visión revolucionaria y, en paralelo, fustigara aquellas ideas que pudieran obstaculizar las propias con estrategias u objetivos que posibilitaran cambiar de una dependencia colonial a otra.

Sí, no es equivocado entender que el origen del periodismo en el Río de La Plata -herramienta política al fin- nació y creció como un ámbito de disputa, y de profunda disputa. Por tanta audacia, en la pluma y en la lucha, Moreno pagó con su vida, alejado de su tierra, en medio del mar.

El periodismo de la actualidad sigue aquella huella. Continúa ese sesgo de su fundación, porque aquí y en el mundo, esa disciplina no tiene otro espíritu en sus entrañas que no sea el de la creación de sentido: la subjetividad es inexorable, propia de la naturaleza humana y rasgo distintivo de personas y de animales. Y así como los perros saben quién es su dueño, los periodistas, también.

Esa circunstancia intrínseca a la profesión no habla de intenciones buenas o malas. La ética es una costumbre que se desvanece con los años, por lo menos en este actual occidente un poco hipócrita y un poco sensiblero. Por eso, es justo señalar que los intereses que se juegan están, como cuando los dados escapan del puño del tirador, bailando sobre el paño. Nada está definitivamente dicho y lo que hoy es punto, mañana puede ser banca y viceversa.

En el plano de la controversia nadie gana para siempre, lo que es parecido a entender que a la larga todos pierden. Pierden los dueños de los medios de comunicación, los periodistas y, peor, los públicos.

En este andar del siglo XXI, con tecnológicas e inmediatas plataformas de información opinada, el periodismo engulle y vomita con la velocidad de un click, pero -y tal vez por esa voracidad, por ese aceleramiento digestivo de noticias e interpretaciones aviesas- padece el mismo raquitismo que otras instituciones fundantes.

El país no lo acompaña en su misión de generar ideas o ideales; el periodismo tampoco acompaña al país. Las críticas a las tareas de los gobiernos son menos ingeniosas que intrigantes y, por lo común, están despreocupadas de modificar la cultura en su faceta crucial de generar una pisca de dignidad para sí y para los demás.

Cuando el próximo 7 se alcen las copas, habrá en el brindis personas que no son periodistas, que hacen de periodistas, la juegan de eso, pero no son periodistas. Son mercaderes del escándalo, mercenarios del sobre, artistas de varieté. Son impostores. Y que lo hagan, que se disfracen de lo que quieran en las franjas centrales de la TV. Pero, les pedimos a los lectores, que el Día del Periodista no piensen en ellos, sino en las otras y los otros: aquellas y aquellos que abren las transmisiones radiales en el sur del país y desafían la hostilidad del clima y la nevada calle; aquellas y aquellos que pelean la honestidad, el valor de un contenido con los editores; aquellas y aquellos que bancan un periódico con su propio bolsillo; las y los que editan una web por vocación y con sacrificio profesional… en fin, en quienes todavía creen la prensa es un herramienta útil de cambio social.

Porque los farsantes, como en un teatro con desmemoriados actores, no recordarán la máxima de Moreno: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Para logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal con el título de Gazeta de Buenos Ayres”.

Qué viva la libertad de prensa y que sepamos diferenciar, como en la playa, que en el periodismo hay guardavidas y también hay turistas. Que digan todos, pero que se diga todo.

Chín, chín.