
Por Guillermo Cavia* –
En la película “El Secreto de sus ojos” hay un asesinato violento. La historia está basada en el libro del escritor Eduardo Sacheri, cuya película fue dirigida por Juan José Campanella.
La investigación de Benjamín Espósito, (interpretado por Ricardo Darín), va desmenuzando la trama. Uno no espera el final que, es parte de toda la obra maestra. La realidad se desnuda entre la impunidad del asesino, Isidoro Gómez (interpretado por Javier Godino) que viola y asesina brutalmente a Liliana Colotto de Morales (interpretada por Carla Quevedo),
Luego que la película muestra el despotismo del asesino, las tramas y trabas de la justicia, el buen trabajo de aquellos que buscan la verdad y de los que siempre ponen palos en la rueda, la película tensa al espectador porque allí está la realidad palpable, al alcance de la mano.
Al final del film, Espósito se da cuenta de algo, así que vuelve a una casa, que hacía minutos había visitado, es la de Ricardo Morales, (interpretado por Pablo Rago). Ahí se topa con la verdad. El espectador se impacta, al igual que Espósito, se estremece y hasta quizás, pueda sentir tristeza por lo que está aconteciendo a esa humanidad que allí se ve como una sombra de algo que acaba de ser descubierto.
El diario el País, de España, tiene en su página web un informe acerca de la cárcel de máxima seguridad en El Salvador, el país donde hace apenas unos días, su presidente, Nayib Bukele, con el 85% de los votos, arrasó en las elecciones presidenciales.
Bukele se ha hecho inmensamente popular por una política que algunos medios y organizaciones denominan “de mano dura”. Según dice el diario español “esta pequeña nación ha pasado de registrar la mayor tasa de homicidios del mundo a una de las más bajas de la región. Bukele ha prometido alcanzar los ratios de Canadá. La impenetrabilidad y la fastuosidad de esta cárcel hermética casan con la personalidad de un presidente con tendencia a la megalomanía”.
Megalomanía, dice el diario El País, donde claramente además de informar opina acerca del Bukele, el presidente que, según el mismo diario, “ha erradicado las pandillas, un asunto que parecía irresoluble antes de la llegada de Bukele, ha reducido los asesinatos y las extorsiones al mínimo. Los taxistas circulan ahora por toda la ciudad, a cualquier hora. Se puede caminar por la calle mirando el teléfono móvil sin miedo a que alguien te lo arranque de las manos. Son muy pocos los temerarios que se atreven a cometer un delito en el régimen de excepción, que se ha prorrogado 24 veces y forma parte ya de la vida cotidiana de los salvadoreños” expresa el informe del diario español.
También se refiere el diario a los internados en la cárcel, a esas personas que andan con “una mirada penetrante, pero nada desafiante. Los que afuera eran temibles, producían terror”, pero que ahora “irradian tristeza”.
Pienso que quizás sea la misma tristeza que tal vez algún espectador pudo haber experimentado al final de la película “El secreto de sus ojos”. Los detenidos en la cárcel de Bukele tienen cadena perpetua, algunos condenados a 700 años. “No tienen derecho a llamadas ni visitas. Se han deslizado hacia un agujero negro, un no lugar eterno, frío y desangelado. Son muy pocos los temerarios que se atreven a cometer un delito en el régimen de excepción que forma parte ya de la vida cotidiana de los salvadoreños. Un Estado policial, donde el ojo que todo lo ve acecha las 24 horas. El precio a pagar ha sido la violación sistemática de los derechos humanos, según han documentado organizaciones internacionales y la prensa” dice el diario El País.
En la película, “El Secreto de sus ojos”, los Derechos Humanos están ausentes, las víctimas siempre pierden, una chica ha sido violada y asesinada. Recién al final la historia tiene su desenlace que parece justo. ¿Lo es? Todo hacia atrás de ese instante, ha fallado, pero Ricardo Morales no, y se lo dice a Benjamín Espósito: “Usted dijo perpetua”.
Una de las últimas noticias del mundo da cuenta que renunció la presidente de Hungría, Katalin Novak, tras otorgar un polémico indulto en un caso de abuso infantil. Hubo en ese país una semana de controversias. El indulto le fue concedido a un directivo de un hogar infantil que intentó ocultar casos de pederastia.
La presidente dijo “Pido perdón de aquellos a quienes he herido. Hoy hablo por última vez a ustedes como presidenta. Dimito de mi cargo”, dijo Novak en un video emitido por la televisión pública. La jefa de Estado, reconoció haber “cometido un error” al indultar a un director adjunto de un hogar infantil, cuyo director abusó durante años de varios menores.
Aquí sigue perenne el dolor por la muerte de un niño que se llamaba Lucio, de cinco años, asesinado el 26 de noviembre de 2021 en la casa de la calle Allan Kardec al 2300 de Santa Rosa, La Pampa, donde vivía con su “madre” Magdalena Espósito Valenti y la pareja de esta, Abigail Páez.
El niño fue visto vivo por última vez a las 17:32 y entre esa hora y las 19:40 fue golpeado brutalmente, por lo que a las 21:30 fue llevado primero a un centro asistencial del barrio y luego al Hospital Evita, donde a las 21:45 se constató que ya estaba muerto.
No hace mucho la Justicia de Argentina, decidió absolver a la jueza Ana Clara Pérez Ballester y a la asesora de menores, Elisa Catán, en el caso de Lucio Dupuy. Ambas funcionarias fueron juzgadas por su labor en la tramitación de los legajos por la tutela y el cuidado personal de Lucio.
A Lucio se le había practicado una pericia, a través de una producción gráfica, cuya conclusión fue que “se registraron signos de indicadores de situaciones de violencia y abuso sexual infantil a través de figuras representativas del entorno familiar próximo”.
Leticia Hidalgo, era la tía política que tenía la custodia de Lucio antes de que fuera restituido a su madre, afirmó que “todos le decían que la madre es la madre y que siempre tendría razón, y que estaba agotada de seguir luchando contra el sistema”.
El jury cuando comenzó, tuvo la declaración del padre de Lucio quien aseguró que a él “jamás lo citaron en ninguno de los expedientes por el cuidado personal de su hijo y que nunca imaginó que el nene era maltratado porque, sino, hubiera hecho algo al respecto“.
Aquí nos quedamos con el dolor, la injusticia y la sensación que las cosas siguen siendo igual que en la película, se batalla contra el sistema pero en general nos damos cuenta que las realidades que deberían ocurrir son distantes de las consecuencias. Como espectadores miramos los finales de las historias con una sensación de tristeza, de angustia y desolación. Aquí no se dan las renuncias, no es una película y es probable sea el lugar en donde a varios de los que dirigen nuestras instituciones, realmente les quepa perfectamente el término “megalomanía”.
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