
Por Greta Lapistoy –
Una de las frases más repetidas durante décadas y hasta podríamos decir siglos es la famosa y trillada “Todo tiempo pasado fue mejor”. Tanto peso tuvieron estas palabras que, en el año 2011, Woody Allen dirigió la película llamada Medianoche en París donde se mostraba como casi todos anhelaban las épocas anteriores.
Lo extraño es que hoy cuando sentimos eso ya no es por una época lejana sino por un tiempo cercano. Anhelamos ni más ni menos que los años antes de la pandemia. Ni siquiera comparamos nuestra época con la de nuestros abuelos, en las cuales dejaban las puertas de sus casas sin llaves. El día menos pensado no sólo tuvimos que cerrar bien las puertas de nuestras casas sino que debimos encerrarnos nosotros en ellas para protegernos de un enemigo invisible. Entendimos que sería por 15 días y muchos creyeron que se les había cumplido ese deseo que más de uno había tenido cuando en invierno se debía despertar temprano para ir a trabajar. ¡Se podían hacer la rata de sus obligaciones por dos semanas legalmente! Para los hipocondríacos era su peor pesadilla pero para los optimistas este era un tiempo que el universo les regalaba para meditar, relajar y reflexionar sobre su ajetreada vida.
El COVID 19 tenía otros planes que modificaron los de la humanidad entera. Viajes soñados por años ahora cancelados; las niñas nacidas en el 2005 se quedaron con el vestido blanco, que usarían para bailar el vals en su noche mágica, en el placard; muchos nuevos profesionales se recibieron a través de una pantalla; casamientos cancelados (algunos tal vez agradecieron a la pandemia por ello); abuelas y abuelos que conocieron a sus nietos o nietas meses después que nacieron; los tan discutidos UPD platenses fueron silenciados y los colectivos de los viajes de egresados se quedaron vacíos.
¿Cuántas cosas dijimos al comienzo del 2020 que empezaríamos ese año que nos fueron negadas? Quienes apostamos a la esperanza, y teníamos la necesidad imperiosa de creer, lo transitamos planeando todo nuevamente para el 2021. Y acá estamos empezando el fin del 1º semestre y aún no lo pudimos cumplir. Tampoco sabemos cuándo podremos.
Al principio muchos se preocuparon por las personas que venían hace años en un tratamiento psiquiátrico. La depresión, la ansiedad, las manías tenían tierra fértil para crecer. Contrariamente a los que muchos creían, todos esos trastornos crecieron en la tierra no trabajada. Muchas personas que nunca creyeron necesitar apoyo profesional tuvieron que pedirlo, pero quienes hace años o décadas venimos inventando técnicas para superar nuestros dolores teníamos herramientas que los demás desconocían. Hace poco escuché a una joven decir: “Nosotros estamos tan acostumbrados a lidiar con nuestros conflictos que este era uno más ¿Qué le hace una mancha más al tigre? El problema es cuando la pandemia es tu primer conflicto emocional, entonces se convierte en EL conflicto”. Ahí fue que me di cuenta que haber sufrido hace tiempo me había vuelto más fuerte. ¿Me dolía la pandemia? No ver a mis seres queridos, no trabajar junto a mis compañeros y compañeras, no juntarme con mis amigas y amigos, no poder abrazar a mi abuela, ¿todo esto me afectaba? Por supuesto!!! Pero no era la primera vez que me dolía el alma, así que la causa era diferente pero la consecuencia era la misma. Ya había batallado con esas consecuencias, conocía el tema. Sin embargo, también creo, como los demás, que los tiempos de antes eran mejores. No la época de mi abuela o de mi bis abuela; era mejor cuando en el 2019 pudimos despedir el año reunidos con nuestra familia de sangre o elegida; era mejor cuando podía entrar al Hogar San José a cebarle mate a mi abuela; era mejor cuando en la calle me encontraba con una amiga de la adolescencia y nos abrazábamos fuerte; era mejor cuando mi rutina me agobiaba y a la vez me sorprendía cada día, era mejor por tantos motivos que por aquel entonces no valoraba.
Ahora me pregunto ¿cómo podemos hacer para que el próximo año no digamos que el 2020 y el 2021 fueron mejores?, ¿Cómo logramos que esta vez los tiempos de “antes” sean peores? Quizás sólo hay una respuesta para esas preguntas: cuidarnos. Cada cual lo hará adaptándose a sus posibilidades pero todos debemos hacerlo porque sino vamos a extrañar cuando la gente se contagiaba pero no se moría. Así que, aunque ustedes y yo, extrañemos ese tiempo anterior tan cerquita, que era el 2019, tenemos que pensar juntos cómo lograr que el 2022 sea mejor que el anterior y que nunca más tengamos que repetir esa frase.