
En el plano global, los pocos países que se oponen a liberar las patentes de las vacunas contra el coronavirus se encolumnaron en su contrapropuesta, que no modifica el actual sistema de propiedad intelectual, e impidieron nuevamente alcanzar un acuerdo en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La Unión Europea (UE) presentó el 4 de junio pasado una iniciativa alternativa que se basa en un acuerdo multilateral que incluya “precios asequibles” de los inmunizantes a los países que más lo necesiten y facilitar “el uso de licencias obligatorias”, lo que permitiría que más laboratorios desarrollen fármacos genéricos a cambio del pago de un canon a aquellos que poseen las patentes.
Mientras la acción presentada por Sudáfrica e India en octubre del año pasado exige levantar por “al menos tres años” los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas y tratamientos contra la Covid 19, esta contrapropuesta no modifica sustancialmente las actuales normativas internacionales, que ya contemplan el uso de licencias obligatorias para casos especiales.
Incluso Bolivia ya avanzó en esta alternativa al presentar la documentación en la que justifica la necesidad de obligar a Johnson & Johnson a entregar su patente a un laboratorio canadiense que asegura tener la capacidad de fabricar y vender unas 15 millones de la vacuna monodosis. El mismo camino ya inició Antigua y Barbuda.
El único cambio que introduce la UE en su texto es la posibilidad de prescindir cualquier tipo de negociación con los laboratorios para fabricar sus productos patentados, al entender que “la pandemia es una emergencia y ese requisito puede ser exceptuado”.
Además de la UE, son el Reino Unido, Suiza y Corea del Sur, sedes de grandes farmacéuticas, los países que dieron su respaldo a esta propuesta en la reunión de la OMC que concluyó tras dos días de debates en los que cerca de 50 delegaciones tomaron la palabra, de acuerdo a lo que informó a Télam una fuente que participó de la discusión en el organismo con sede en Ginebra.
En cuanto a la situación epidemiológica a nivel regional, Brasil registró casi 2.700 muertes en 24 horas, la mayor cifra en más de un mes, en medio de un alarmante repunte en la ocupación de las salas de terapia intensiva con pacientes con la infección.
Autoridades y especialistas han advertido que la marcha relativamente lenta de la vacunación, la reapertura prematura de la economía y la circulación de la variante india auguran una nuevo embestida de la pandemia en el segundo país más enlutado por ella.
El total de fallecidos en Brasil llegó a 477.307, al sumarse otros 2.693, la cifra más grande desde el 5 de mayo, con un promedio móvil de 1.714 por día en la última semana.