Microrrelato de Jorge Zanzio: La tragedia del ventrílocuo

El ventrílocuo estaba ahí, junto a una de las patas de su cama, agazapado, abrazado a su muñeca Margarita que, yacía desgarrada, irreconocible. Para la celebración o para la pena, su Brandy de Jerez siempre lo acompañaba. Pasaron las horas de lágrimas, y las voces y bocinas que provenían de la calle ya no se escuchaban; algo había muerto en el hombre, en el artista. Durante el correr del día las luces fueron trasmutando sus geometrías con las sombras hasta volverse un todo, una sola herida definitiva, oscura.

El perro de la casa vecina nunca supo de la tragedia que provocó, jugando.