Por Greta Lapistoy –
Hay todo tipo de madres, están las que hablan en voz baja y las que gritan por cualquier cosa; las que encuentran todo lo que sus hijos se olvidan por ahí y las que se olvidan por ahí a sus hijos, puede ser en un cumpleaños, en el supermercado o en la escuela. Están las que trabajan únicamente de madres y las que deciden trabajar además, paralelamente, fuera de su hogar.
Hay madres que quedan embarazadas en un día y otras que tardan años hasta lograrlo. Hay madres que son también padres y padres que son madres. Hay incluso, en el siglo XXI hombres que son madres. Hay mujeres, que por cuidar su estética, no arriesgan ni un centímetro de su cintura y evitan quedar embarazadas pero existen otras como Mecha, que aunque un médico le dijo que su corazón operado no aguantaba un parto decidió arriesgar su vida y a los meses quedar embarazada porque ese era sueño. ¡Y qué instinto maternal tenía! que a pesar de aquella operación su corazón aguantó hasta cumplir su objetivo: ver crecer a la descendencia de sus 7 progenies, que contra todo pronóstico científico nacieron los siete por parto natural.
Y de la misma manera que hay distintas maneras de ejercer la maternidad, también hay otras formas de expresar el sentimiento materno. No se necesita engendrar un hijo para ser madre, de la misma forma que llevar una criatura en el vientre no hace de una mujer una madre. Hay un refrán que dice: “tener un piano no hace a un ser humano ser pianista”. Podríamos decir que con la maternidad sucede algo similar.
Conozco infinidad de casos de mujeres que no necesitaron estar embarazadas para ser madres, y no hablo de las madres adoptivas, que poseen un amor puro y cero narcisista, sino de las que no precisaron adoptar para convertirse en mamá.
Inés eligió ser la madre de su hermana y de su hermano, dos décadas menores que ella, dedicando su vida a protegerlos y ayudarlos. Julieta decidió ser la madre de su mamá, que estaba enferma, y de su papá que la acompañaba. Cristina decidió ser la madre de sus perros y educarme a mí en el trabajo transmitiéndome toda su experiencia, lo que hace una madre con sus hijos, fue una madre laboral. Carmen, dejó la primaria, para ser la madre de sus cuatro hermanos mayores cuando su mamá falleció y hasta el día que se casó les cocino, les lavó y ante todo los amó; son los únicos nombres que a sus 96 años jamás olvida.
Así como en los casos que cité hay miles de mujeres que desparraman su amor maternal con gatos, perros, pajaritos, tortugas, sobrinos y sobrinas, abuelas y abuelos, con gente en situación de calle o cuidando niños y niñas en tránsito. Y hasta hay mujeres que son, como, la madre de sus parejas. De la misma manera que muchas mujeres prefieren ser madres de ellas mismas, porque cuidarse y dedicarse a una misma es convertirse, de cierta forma, en nuestra propia madre. Cada cual elige de quién quiere ser la madre.
Con el sentimiento materno se nace, no se puede comprar en un almacén, apenas podemos aprender como brindar mejor ese amor que sentimos.
A todas las madres, sean madres de quien sean, hayan elegido darle la forma que mejor les salió o la que pudieron darle a su instinto maternal, les deseo un MUY FELIZ DIA y que sigan disfrutando todos los días de su esencia. Porque no se olviden que madre se nace, no se hace.