Eugenio Cuttica, uno de los mejores artistas plásticos argentinos

Por Elvira Yorio –

Eugenio Cuttica no necesita presentación. Es, sin duda, uno de los mejores artistas plásticos argentinos de la actualidad. Su arte es reconocido y admirado en el mundo entero. Por esa vueltas que suele tener la vida, también en Argentina. Digo esto, porque nuestro país siempre fue ingrato con los genios nativos. Baste recordar a Luis Federico Leloir, a quien jamás se facilitó su labor como investigador, hasta que, trabajando en absoluta precariedad, obtuvo el Premio Nobel. O a César Milstein que, cercado por la incomprensión y hostigado en razón de sus ideas científicas de vanguardia, emigró a Inglaterra, donde valoraron su labor y obtuvo también el Premio Nobel y un reconocimiento mundial. Y la lista podría seguir…

Cuttica se hizo acreedor a algunos lauros importantes mientras habitaba este suelo, pero su consagración definitiva llegó después del reconocimiento en Estados Unidos y otras partes del mundo. Radicado en Estados Unidos en 1996, entre 1997 y 2000 realizó, con singular suceso, muestras individuales en la Galería Gareth Gates de Brooklyn, Nueva York; en el Museo  Okaloosa, Walton de Niceville, Florida; y en Galería Soho de Nueva York. Participó además de las Ferias Internacionales en Colombia, E.E.U., China y otras. Conocer la vasta obra de Eugenio, ha constituido para mí una experiencia deslumbrante. En su producción pictórica es posible distinguir distintas etapas. Al comienzo, cometió todas las audacias expresivas propias de la juventud, desdeñando el lenguaje nostálgico, e imponiendo la fuerza de la textura con mucho relieve e intenso color. Gritando, gritando a voz de cuello. ¿Hasta quedar afónico? No, hasta llegar al “límite de la enunciación” y emprender otro camino. Luego, tuvo el coraje de asumir sus propias contradicciones. Esto es algo difícil. Las personas generalmente se aferran a sus concepciones (en cualquier materia) para exhibir la coherencia como una terca virtud. Eugenio nunca cesó de evolucionar, su vida es una imparable espiral ascendente. Después…mostró la inquietante experiencia de un proceso interior de decantación, que fue desde lo estridente hacia lo sutil. Y entonces, en silencio, acometió lo aparentemente imposible: la representación del infinito. ¡Y lo logró! Cielos insondables, campos de inacabable extensión. Flores y plantas en la desmesura de su fragilidad. En esta etapa, el protagonismo se centra en un ser que mira al futuro sin prevenciones, porque el entorno aún no lo ha contaminado. Es una niña de nueve años. Esa belleza que la circunda, parece protegerla de toda impudicia, de toda maldad. Luna- que de ella se trata- encaramada sobre una silla, sin pretensiones de estar por encima de los demás, sino para atalayar el futuro, atisbar lo que vendrá. Algo así como un altar casero. Está ubicada en un “no tiempo”, que ignora relojes, astrolabios, clepsidras o almanaques. Es centinela del porvenir. El tiempo impuesto por las convenciones, no existe. Para ella solo impera el ritmo de la naturaleza, que con la floración indica la primavera, o con las mieses encendidas el verano. Desdeñando lo establecido por costumbres ancestrales, con la atención puesta en la luna, el sol, los vientos, las lluvias y las mareas. Y mientras su mirada se alarga… tanto que pareciera tocar el horizonte, el oído está atento a la sonoridad de las hojas conversando entre las ramas inquietas de los árboles, o recibe trinos de aves invisibles o el rumor de un río desconocido recorriendo sus cursos, o el ruido de aguas que se agitan en alguna parte. Luna, igual que el satélite de la tierra, orbita y exorbita la realidad, buscando la verdad. Como ella, ostenta reflejos nacarados y es diáfana, transparente, apenas esbozada a veces, otras en la plenitud de su luz. En cualquier enclave: mieses, glicinas, vides, pavos reales, toros, samuráis o tigres, logra trasmitir esa sensación de atemporalidad que sobrecoge y motiva…Y también la rodea ese silencio tangible…que recuerda a John Cage y su pacto con el silencio para poder escucharse a sí mismo. O tal vez a Beethoven, músico que hizo el mejor uso del silencio…

Clive Bell preconizaba que el arte mayor “armoniza sistemas de forma y color extraordinariamente complejos, y también toda clase de sentimientos humanos y juicios de valor ético”, Cuttica se acerca mucho a este enunciado, cuando explica que su obra no apela al intelecto, sino al alma de las personas. Ha dicho: “yo hago el amor con la pintura y el público me devuelve ese amor”.

Las puertas grandes del arte  en Argentina, se abren para él en 2012. La muestra  retrospectiva de más de sesenta obras, “De frecuencias y epifanías” en el Museo Emilio Cafaratta de Córdoba, constituyó un acontecimiento artístico muy importante.

En el año 2014 inaugura en la ciudad  de Buenos Aires su propia galería de arte, Ensó, como una forma de regreso a sus orígenes, transformándose así en un destacado gestor cultural con importante y sostenida labor de promoción del arte local. En el año 2015 presenta en el Museo Nacional de Bellas Artes la exposición retrospectiva “La mirada interior” que se convirtió en un fenómeno cultural sin precedentes, con multitudinaria asistencia, que batió todos los récords del establecimiento porteño (más de 130.000 visitantes).

En 2018, tuvo lugar en Mar del Plata, en la sede del Museo de Arte Contemporáneo, la muestra “Ataraxia”, que el maestro Cuttica concibiera teniendo en cuenta las dimensiones de ese lugar. También fue un inusual acontecimiento que concitó enorme interés de crítica y público. Se exhibieron en la oportunidad esculturas, pinturas e instalaciones que permanecieron expuestas durante varios meses.

En el año 2021, visitó La Plata, fue declarado “huésped de honor”. Invitado a dar una conferencia en la Facultad de Arquitectura, disertó sobre el valor de la creatividad, afirmando la idea de que para evolucionar un ser humano debe elegir el universo en el que desea vivir, y él lo ha logrado mediante el arte, gran transformador de la realidad.

Si bien hace veinticinco años que vive en Estados Unidos, reitera que extraña mucho a la Argentina, de allí sus viajes continuos y la  permanencia de su taller en Barracas. Repite: “Yo amo la Argentina de Pellegrini y Sarmiento, de Alberdi, de esos próceres generosos…”

Su fuerte presencia en Europa y en el mundo, se consolidó con el paso del tiempo, ya sea en Italia, Austria y otros países. En el 2023 presentó cuatro exposiciones simultáneas en distintas ciudades de España, con mucho éxito. Actualmente, la prensa de ese país se ocupa laudatoriamente de su obra, ya que está exponiendo en el Museo de Arte de Granada, su serie “Epifanías” que, inaugurada este mes, permanecerá habilitada hasta noviembre.

Fotografía: Archivo web.