
Por Guillermo Cavia –
El equilibrio era una constante en la vida de Eduardo Tucci, conocía con certeza las palabras exactas para poder decir lo que debía ser necesario. Un hombre que vivió la vida bajo la luz de los valores. Un amigo que se extraña.
En el Círculo de Periodistas de la Provincia de Buenos Aires, donde era Presidente, ocupaba siempre un espacio exacto, se sentaba en el mismo asiento cercano a la punta de la mesa de reuniones. Ese era el sitio donde todas las semanas mantenía encuentros de comisión o de gestión de la institución.
Había vivido todas las etapas del periodismo, pasado por varias tecnologías y en esas experiencias todas sus historias, anécdotas, rutinas de vida, eran exquisitas. Hugo Mársico, vicepresidente del Círculo de Periodista y amigo de Eduardo, le decía, que “debía escribir las historias porque eran parte del periodismo y un libro en sí mismo”.
Cuando me lo presentaron me recibió como si me conociera de toda la vida y esa sensación se quedó sin alteraciones. Dicen que cuando alguien se va, se resaltan las bondades de las personas, pero en el caso de Eduardo, no habría otra manera.
Conocía con precisión las indulgencias de la puntualidad y utilizaba magistralmente los espacios de tiempo, estaba antes que todos llegaran y se iba antes que todos nos hayamos ido.
Respondía siempre a los llamados, no dejaba nada librado al azar y estaba atento a las fechas, eventos, efemérides, de la misma manera que cuidaba las formas: la corbata en la formalidad y la camisa desprendida en el primer botón, en la informalidad.
Uno podía a veces encontrarlo caminando en la rambla de Mar del Plata porque amaba esa ciudad. Además, le gustaba viajar. Era un versado para contar momentos, escenas, lugares, de manera que los demás pudiéramos disfrutar de sus palabras. Eduardo transmitía ese ser con el que se hacía ameno pasar momentos de la vida.
Hincha de Gimnasia Esgrima La Plata, llevaba en el alma los colores azul y blanco del Lobo, su cuadro y su pasión con todo el fútbol. Allí también dejaba ver su equilibrio a la hora de escribir o hablar acerca de un partido.
Fue alumno en el Colegio José Manuel Estrada, luego se inscribió en la UNLP para ser abogado, pero finalmente su amor por el periodismo fue más fuerte. Así comenzó a los 18 años como corresponsal de la sección Deportes en la Gaceta de la Tarde que se editaba en la ciudad de La Plata y luego se hizo columnista de deportes en el diario platense El Día, donde fue Secretario General de Redacción. Durante dos años del nuevo milenio fue director de la Agencia Noticias Argentinas, más tarde estuvo al frente de Diario Popular.
En la prensa institucional desempeñó tareas en la Dirección de Prensa del Ministerio de Obras Públicas y fue también vocero del ex gobernador Alejandro Armendáriz. También en el año 2017 había sido homenajeado por el Municipio platense como “personalidad destacada del periodismo”.
En el último tiempo, la ausencia de su compañera de vida, Mirta, mamá de sus hijos, Patricio y Virginia, le había dado a Eduardo un dolor inesperado. Apenas un año y medio después él también se iría. Lo hizo con su sabiduría habitual, un día después del aniversario del fallecimiento del Poeta Almafuerte.
En el Círculo de Periodista es extraño no verlo sentado en el lugar que acostumbraba, su asiento permanece allí como un símbolo y quienes lo acompañaron tienen consigo la idea de seguir la guisa que tan bien dejó como legado.
Eduardo Tucci hizo todo con la templanza de los que saben lograr aciertos, con simpleza y buen trato para sus pares, un hombre maravilloso, querido, excelente profesional y con una extraordinaria fuerza de dedicación a las cosas que amaba. El periodismo fue su faro y a la vez su propia luz que nos cobija para siempre.
Fotografías: En Provincia.