
Por Guillermo Cavia –
En 1492, tres embarcaciones cruzaron el océano y tocaron tierra en lo que hoy llamamos América. Cristóbal Colón llegó al continente el 12 de octubre de ese año, desembarcando en una isla que bautizó como San Salvador, pero su nombre original para los habitantes lucayos era Guanahani.
Este evento marcó el inicio del contacto entre dos civilizaciones absolutamente distintas. Pero hay algo que no se dice: ¡Ese día de octubre no se descubrió América!
Quienes vivían en este lado del océano son los que en verdad conocieron que al otro lado del mar estaba Europa, Asia y África. Por otra parte, Australia y lo que hoy compone Oceanía, aún estaba ajena a toda esta historia.
El propio Cristóbal Colón creía haber llegado a las Indias. Desde entonces, la historia oficial repite una y otra vez, que fueron los europeos quienes descubrieron el Nuevo Mundo. Pero ¿por qué aseverar esa mirada? En realidad, desde ese 12 de octubre de 1492 fueron los pueblos originarios quienes descubrieron la existencia de nuevos continentes.
Lo que llegó a estas tierras, que tiempo después sería América, no fue un mapa, ni una certeza geográfica, sino cuerpos, lenguas, objetos, gestos desconocidos, enfermedades, engaños, violaciones, violencia, saqueos. Para quienes habitaban los sitios de llanuras, bosques, montañas, ríos, playas, selvas, cerros, ese día se reveló la existencia de otros mundos. Quienes estaban aquí conocieron la verdadera existencia de un nuevo mundo al otro lado del mar.
Los europeos que llegaron en las primeras carabelas no supieron lo que había encontrado. Colón creyó haber llegado a Cipango, que es el nombre histórico que se le dio a Japón, derivado del chino “Jih-pen-kuo” o “Jihpen”, y popularizado en Europa por Marco Polo en sus escritos. El término se asocia con la imagen de una isla legendaria rica en oro, lo que motivó a exploradores como Cristóbal Colón a intentar alcanzarla.
Durante años, se insistió en que aquellas tierras eran parte de Asia. Fue recién en 1507, cuando Américo Vespucio comprendió que se trataba de un continente distinto.
Debieron pasar 15 años para que el cartógrafo Martin Waldseemüller, pusiera en su mapa, (que era un planisferio) denominado: “Universalis Cosmographia”, lo que se conoce como “América” y así quedó inscripto el nombre en la historia.
Entonces, ¿por qué no decirlo con claridad? En verdad los habitantes de estas tierras descubrieron la existencia de Europa y otros continentes en 1492 y luego, desde esos remotos lugares, se descubrió América en 1507.
Cristóbal Colón hizo dos viajes más hacia el lugar que había encontrado, pensando que era las Indias. En el tercer y último viaje, en el año 1498, en Sevilla, conoce a Américo Vespucio. Este era un comerciante que se interesó por las expediciones y es por eso que ambos lograron una conexión, que sin saberlo sería para siempre. Incluso Américo ayudó a Cristóbal en esa empresa.
En esta historia que está llena de contradicciones, el 20 de mayo de 1506, Cristóbal Colón muere, lo hizo sin saber que había estado caminando en tierras de un nuevo continente que un año después, se llamaría “América”, en honor a Américo Vespucio, porque fue él quien se dio cuenta que se trataba de un continente desconocido y no de las Indias.
Que el 12 de octubre sea para algunos países, el día de la Raza, para otros el día de la descolonización, también el día de la pluricultura, el día de la diversidad cultural, son distintos recordatorios a una misma fecha, que con certeza no se refieren al descubrimiento de América, porque no lo fue. La verdad tiene una sola dirección, cuando se confunde la mirada quizás no decimos lo que debiera ser cierto.
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