Ricardo Dalla Lasta: un pacto irrenunciable con el arte

Por Elvira Yorio –

Existen obras humanas, exitosas en el momento de su creación, que el transcurso del tiempo borra de la memoria colectiva. En cambio otras, pareciera que acrecentaran sus virtudes y, por ende, su prestigio. Tal el caso de la obra escultórica de Ricardo Dalla Lasta, de cuya desaparición se cumplen dos años.

Este genial artista nacido en Catamarca (1941), fue platense por adopción, ya que no solo cursó estudios en nuestra ciudad, sino que se afincó, formó su familia y aquí  transcurrirían sus últimos momentos. Su vocación se despertó en la niñez como un imperativo que signó su existencia. Tuvo un talento precoz que le permitió obtener el segundo Premio en Escultura “Provincia de Catamarca” a los catorce años de edad. De allí en más su carrera fue en permanente ascenso. La profusión de su extraordinaria obra le valió el apodo de “ sembrador de estatuas”, ya que sus esculturas se hallan emplazadas no solo en La Plata, sino en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en varias provincias argentinas, y también en el exterior. Las obras de su autoría son realistas, plenas de movimiento y significación. Tuvo una gran aptitud para crear tanto figuras humanas como animales, en especial, caballos. Se destaca la lograda tensión corporal de tales figuras, como se puede apreciar en el “Monumento al gaucho” sito a la entrada de esta ciudad, o el “Monumento al Brigadier Juan Manuel de Rosas” ( en la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires”) y en muchas otras. A lo largo de su proficua trayectoria, obtuvo importantes premios y distinciones, tanto en el país como en el extranjero.  Entre ellos, el Premio a la Trayectoria en el año 2012 y el Reconocimiento de la Cámara de Diputados de la Nación, por su aporte a la cultura Nacional. Asimismo se destacó como embajador cultural, representándonos en  muchos acontecimientos artísticos celebrados en Canadá, Italia, España etc. Digno complemento a su excelsa obra artística, desarrolló una  intensa labor docente que ejerció con el esmero y la pasión que caracterizó siempre su accionar. Fue un perfeccionista, pulía y retocaba sus obras en busca de esa excelencia que finalmente lograba.   Su personalidad, amalgama de talento, aptitudes manuales y sensibilidad, exhibió  siempre una total coherencia de principios éticos, que lo hizo acreedor al respeto y  la admiración de cuantos le trataron.

Dejó un imperecedero legado que ha de ser motivo de inspiración para las generaciones venideras. Nuestro homenaje a tan insigne maestro del arte y de la vida.         

Galería de imágenes que nos permiten ver varias de sus obras:

Fotografías: Cecilia Dalla Lasta.