Clarifiquemos nuestra responsabilidad en el cuidado del planeta

En los últimos 200 años la humanidad incrementó notablemente su capacidad de destrucción, al compás del aumento exponencial de la población mundial y de la ambición de consumo. Estos 200 años representan alrededor de 1,5 segundos en la hipotética línea de tiempo de un año desde la creación del planeta y podríamos decir que en el último medio segundo fuimos responsables de una caída promedio del 68% de la biodiversidad a nivel global. Esta disminución fue aún mayor en Latinoamérica (entre 1970 y 2016) alcanzando el 94% en el mismo período, según el Informe Planeta Vivo 2020 publicado por la Organización Mundial de Conservación (WWF).

Debido a esta acelerada devastación, la comunidad internacional asumió compromisos: desde la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y su Desarrollo en Estocolmo en 1972, conocida como “la Cumbre de la Tierra”, hasta sus réplicas en Río 1992, Johannesburgo 2002 y Río +20 en 2012. De estas conferencias nacieron diversas iniciativas sectoriales que generaron diferentes acuerdos, ratificados por la gran mayoría de los países. Pero a pesar de los esfuerzos comprometidos y de los avances alcanzados, la biodiversidad se pierde a la par de la firma de tratados internacionales, cuya finalidad es la conservación y el desarrollo sostenible.