Los ovnis, como sinónimo de vida de otro planeta, ya son parte de nuestra cultura.
Más vigentes que nunca, los ovnis generan curiosidad y ya en agosto de 1960, Selecciones publicó un artículo sobre este fenómeno y lo que provocaba.
Los ovnis, como sinónimo de vida de otro planeta, ya son parte de nuestra cultura. Se los encuentra en series, films, avisos publicitarios, novelas, chistes, lugares turísticos, conversaciones, disfraces, etc. En todas partes, menos en el mundo real.
Cada cierto tiempo, cansan y desaparecen. Sin embargo, transcurren cinco años o una década, y una nueva oleada de avistamientos los coloca en la vida cotidiana otra vez.
Aún así, fueron las décadas de los 50 y 60 donde la novedad extrema hacía que las especulaciones sobre su existencia fueran de una intensidad que hoy es difícil de repetir. Para muchos, se vehiculaban en ellos las ansiedades de la Guerra Fría y temor a la guerra nuclear.
En una nota de Edwin Diamond, publicada en agosto de 1960, pese a la seriedad del enfoque, se percibe la urgencia y, por qué no decirlo, el miedo al encuentro.
¿Hay hombres en otros mundos?
“Si llegásemos a recibir una señal artificial del espacio -dice Frank Drake- se manifestaría como una curva adicional entre los trazos causados por el ruido natural”. Por eso, una antena del tamaño necesario para escudriñar las inmediaciones de las estrellas propicias y un receptor a prueba de ruidos, con la capacidad suficiente para seleccionar toda señal artificial separándola de la cacofonía cósmica natural, fueron los dos objetivos fundamentales que se persiguieron en la preparación del Proyecto Ozma.
Se comenzará por buscar señales en un radio de 15 años luz de la Tierra. Este programa se basa en la premisa de que los seres del espacio sideral hayan construido un aparato emisor, por lo menos, de un megavatio (un millón de vatios, aproximadamente lo que hoy puede hacer el hombre), cuyas señales podrían ser captadas por nuestro receptor de 26 metros (…)
Las probabilidades de un éxito inmediato en el establecimiento de contacto son, desde luego, infinitesimales. “Los seres que haya allá -explica Otto Struve- acaso hayan emitido señales, pero nosotros podemos haberlas perdido… por minutos, días, siglos o hasta edades geológicas. Al fin y al cabo, nuestra pericia en la construcción de radiotelescopios solo data de 25 años” (…)
Algunos de criterio más conservador han sentido algún recelo ante la idea de contestar una hipotética señal (extraterrestre). Albert Hibbs, del Instituto Técnico de California comenta: “¿Cómo ha reaccionado el ser humano a lo largo de la historia ante otros seres humanos de cultura extraña a la suya? Combatiéndolos. Los riesgos de la respuesta son terribles. Para los habitantes del espacio, nosotros podríamos ser las mejores víctimas imaginables”.
(Frank Drake tenía 29 años cuando se inició el Proyecto Ozma. Hoy, con 89, es profesor emérito de astronomía y astrofísica en la Universidad de California. Y todavía no se detectan señales de radio de origen extraterrestre. Después décadas de funcionamiento, en busca de señales de vida inteligente fuera de la Tierra, el radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico, que comenzó a operar en 1963, fue afectado por un accidente que le provocó una grieta de 30 metros en agosto de 2020).